viernes, noviembre 12

La India Pendencia parte X. Un toque extra.

Pendencia pasó los días siguientes practicando (“ensayando”, decía ella) el asunto de la cocinada de las crêpes con la ayuda de Briagoberto… mezclar la masa, airearla bien, verterla en la sartén previamente calentada justo para que se cocieran sin pegarse y sin quemarse, rellenarlas, doblarlas… ensayaban también las salsas, y especialmente la beurre Suzette.  Era buena para aprender y al final el mismo Briagoberto dijo que la beurre de Pendencia estaba buena...
Briagoberto se veía preocupado… una noche después de terminar el “ensayo” se quedó muy serio mientras lavaba la sartén, miró a Pendencia y le dijo ‘Sor Pendencia… es que yo quería decirle algo’… ella –que estaba lavando la boquilla del aereador de masa-- lo miró y dijo ‘¡no me diga!... ¿y como qué me quiere decir su mercé?’… él no se animaba, así que Pendencia –que la neta la neta la neta disfrutaba haciendo sufrir al buen Briagoberto- le dijo ‘aperciba su ofuscada mercé… dígame lo que me vaya a decir, y mientras no sea que ya rompió algo de la cocina, le prometo no agarrarlo a madrazos’… él algo mosqueado le dijo ‘es que mañana vamos a ir de viaje’… eso a Pendencia la agarró de bajada ‘¿cómo que de viaje?... ¿y a Vd. quién le dio vacaciones o qué clase de “atribulaciones” se está tomando?… ¿qué se cree pues?... ‘¡no, no!’ contestó él ya con un poco de pánico ‘vamos a ir de viaje Vd. y yo’.
Pendencia cerró el grifo, extendió la mano izquierda, lo pepenó de la pechera de la camisa y lo acercó hasta que sus narices casi se tocaban mientras levantaba con la mano derecha la boquilla que todavía tenía jabón… y todavía tenía la manguera enroscada y conectada al compresor… preguntó ¿y como padónde o qué chingados?... y cuidadito con la respuesta, porque si me sale con que vamos a ver las obras nuevas del metro o una tarugada de esas le meto el “aigreador” de masa en una oreja y lo echo a andar’… él sudaba frío… ‘no, Sor Pendencia… déjeme explicarle… vamos a ir al “Depleis” hasta Azcapotzalco para que ensaye con el Chef Sobo… sus Crepas Tres Quesos tienen que estar en el menú, y pos… les mandé preguntar si podíamos ir por encargo del Virrey a ver su cocina y a ver su receta, y pos como no tienen más remedio porque es de parte del Virrey me dijeron que mañana fuéramos temprano, osea que nos vamos a las 5 AM… mire… mañana no hay nada importante sino comida “standard”… y le pregunté a Mireya si podía hacerse bolas ella solita con la raza y dijo que sí, que ya le había aprendido a Vd. un par de golpes y unas llaves de judo y que con eso tenía… ándele… no sea gandalla y vamos… me cae que le va a servir’…
Por un momento pareció que Pendencia sí le iba a meter la boquilla del aireador en el oído, pero no… nomás le dijo ‘está bueno, pero onde resulte que nomás vamos a ir a hacernos gueyes le arranco la piel a tiras y me hago unas cortinas… y onde no estemos aquí para la noche se lo lleva la chingada, porque a mí no me gusta dormir en lugares que no conozco sin mi permiso ¿entendió?’… el dijo ‘no hay tos… vamos y venimos mañana, me cai’...
Salieron temprano para evitar el tráfico de la salida, pero era tan temprano que hicieron el viaje en algo menos de 2 horas y media. Iban en una de las elegantes Berlinas del Palacio con la capota baja, así que pudieron ver el paisaje y el amanecer, oler la hierba mojada de rocío, y sentir los primeros rayos del sol mientras se tomaban un café y comían unos sándwiches de pollo que Briagoberto había traído en una canasta… Pendencia tuvo que reconocer –aunque no lo diría nunca- que estaban buenos.
Sin embargo la comunicación fue nula… los dos primeros intentos de conversación de Briagoberto chocaron con un sólido muro de indiferencia, y al tercero Pendencia volteó para mirarlo y le dijo ‘aperciba su viajera mercé… por si no se ha dado cuenta no me da la gana hablar con Vd. ni de las mariposas ni de los riachuelos que vamos cruzando ni de lo lindo que está el clima hoy ni de ni madres, así que si no quiere que lo tire por un lado del carruaje y me asegure de que le pasemos por encima, cállese y déjeme de enchinchar… ya me trajo a huevo ¿y ora quiere que le haga la plática?, pos no… parece Vd. mosquito de lago de lo bien que chinga… y no le siga porque es temprano, no dormí mucho, tengo frío y no traje mi cobija, los carruajes me marean, no pude ver “lost “ ayer, y para acabarla de jorobar estoy muy “encabronecida” con Vd.’ El resto del viaje transcurrió en un silencio roto solamente por el trote y los resoplidos de los caballos, el canto de los pájaros que iban despertando y los eventuales gritos del cochero, que secretamente se reía de todo el “affaire” que tenía lugar entre sus dos pasajeros.
La fonda del chef Sobo era una casa relativamente grande construida de piedra con techo de dos aguas, de dos pisos. El piso de arriba era la casa del chef y el de abajo la fonda… la entrada era un caminito de piedras que llegaba a una puerta de madera con dos farolas de aceite, y tenía un toldo naranja con el nombre del lugar escrito en letras blancas… a un lado de la puerta había un letrerito que decía “Valet Parking… no se aceptan Bentley, Aston Martin, Jaguar, Rolls-Royce, Bugati, Lamborghini ni Mercedes”.
Se detuvieron frente al lugar, bajaron de la berlina y caminaron hacia la puerta de donde salió un “host” vestido con un pantalón y una filipina negros. La filipina tenía en el lado izquierdo del pecho un punto naranja que tenía las letras “TP” bordadas en morado. Los miró, sonrió y les dijo ‘muy buenos días… bienvenidos a “THE Place”… no hemos abierto aún pero… ¿tienen una reservación?’… Briagoberto le dijo ‘no… venimos a ver al Chef Sobo desde la ciudad capital’… el host dijo ‘¡ah!... los visitantes… usted debe ser Sor Pendencia y usted el pinche Briagoberto… bien… llegan un poco temprano… el chef está organizando la cocina para hoy y no permite que lo interrumpan, pero me avisó que vendrían. Dijo que si quieren ver el lugar o dar una vuelta por las instalaciones ya saben… siéntanse como en su casa… él los atenderá lo antes posible’… Briagoberto y Pendencia se miraron y él preguntó ‘¿vemos el lugar?... Pendencia asintió y despidiéndose del host entraron al restaurante.
Dentro todo era en mesas de madera oscura en booths con asientos y respaldos con cojines color negro, morado y naranja. Había una barra con una selección de cervezas y un escenario (los miércoles había competencia de “rookie stand-alone comedy” y los jueves, viernes y sábados banda de jazz en vivo). El lugar tenía iluminación indirecta hacia las mesas y estaba muy limpio. En los pasillos había un par de carritos en donde estaban los platos, las servilletas, los floreros (de cerámica morada y con tulipanes naranjas), la cubiertería y todo lo de armar las mesas… los platos eran blancos, igual que las servilletas… había vasos y las cartas… y todo tenía el mismo círculo que la filipina del “host”. Se acercaron al a cocina… en la puerta había un letrero en verso que decía

“Bienvenido sea Vd.
esta es nuestra cocina,
puede Vd. entrar a ver,
no nos da ninguna muina”.
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“Sin embargo le advertimos,
mientras todos trabajamos:
toca algo sin permiso,
y a madrazos lo sacamos”.

Salieron del lugar para dar la vuelta. En el jardín en la parte de atrás de la casa había una huerta donde entre otras cosas se veían sembradas papas, zanahorias, cebollas, rábanos, hinojos… también había sembradas varias hierbas de olor. A un lado de la casa había un corral con gallinas, patos, gansos, un cerdo, y pastando libremente había tres vacas holstein blancas con negro con un ternero nacido hacía poco, cuatro caballos -dos percherones enormes y dos alazanes árabes totalmente negros- y tres borregos. En un edificio frente al corral había también un carro de carga.
Briagoberto se asomó hacia adentro de una especie de caseta que estaba aparte y abrió mucho los ojos, emitió un silbido y se acercó para ver mejor… la llamó ‘Sor Pendencia, venga a ver esto’… ella se acercó y se quedó mirando…
Allí estaba un carruaje tipo “Tilburi Americano” todo pintado con laca negra pulida. Tenía una protección frontal de madera ligera que sostenía dos lámparas de acetileno para circular de noche. En lugar del asiento tipo banca para dos personas había dos “sparco” de competición tapizados en piel con cinturones de seguridad de 5 puntos, con una caja debajo para guardar cosas. El enganche estaba modificado. La placa de circulación decía “SOBO RULES”. Las ruedas eran grandes (1,60 m. de diámetro) con radios de aluminio para carreras, y tenían rodada de doble ancho con dibujo para piso mixto… había un pedal de freno y zapatas triples en cada rueda. El riel de montaje de los asientos era regulable, con tres posiciones que permitían ajustar el chasis para equilibrar el carruaje... Briagoberto dijo ‘una pieza de ingeniería, vamos’… Pendencia –con cara de suficiencia- le contestó ‘¡no me diga!... lo mismito dijo del carrito de las crepsusé y ya sé cómo se usa, así que si me presta este segurito al rato le doy clases a su mercé”...
El carruaje tipo “Tilburi” –o Sulki- es un coche muy ligero de dos ruedas fabricado totalmente en madera, normalmente con un enganche para un solo caballo… básicamente es un carruaje de carreras de balance delicado, diseñado para facilitar que el caballo pueda ir a trote rápido o galope ligero –n. del a.

Briagoberto estaba revisando el carruaje e intentando explicarle a Pendencia cada cosa cuando ambos pegaron un salto al escuchar una voz detrás de ellos ‘¿les gusta?... es una versión especial traída de Francia con una modificación para dos caballos en vez de uno… es muy rápido y es muy divertido de manejar… si quieren una vueltecita tenemos tiempo antes de abrir, porque si no tienen que esperar hasta mañana’… Briagoberto y Pendencia voltearon para mirar y encontraron a un tipo alto de pelo corto vestido con pantalones negros y una filipina naranja con el mismo círculo TP, que tenía un bordado arriba que decía “El Jefe”…
Briagoberto se adelantó ‘Sr., es un gusto conocerlo’… él contestó ‘llámeme “Sobo” por favor, mucho gusto’… miró a Pendencia y le dijo ‘Vd. debe ser Sor Pendencia, la mismísima Jefa de Cocina del Palacio Virreinal… yo soy el Chef Sobo… mucho gusto’… se acercó a Pendencia muy fresco y antes de que pudiera hacer nada le puso las manos en los hombros y le plantó un beso en cada mejilla, según él muy “a la europea”… Briagoberto contuvo la respiración y puso cara de terror ciego cuando ella sin pensarlo agarró a Sobo por una manga, le torció el brazo y lo hizo dar vuelta…
Sobo no supo qué estaba pasando hasta que se encontró tirado de espaldas en el piso, Pendencia se acercó y le dijo ‘aperciba su elegante mercé… no me da gusto conocerlo, vengo en misión de trabajo, y le aviso que si aprecia su integridá no se le ocurra besuquiarme de nuevo, primero porque me cai remal la gente que me besuquea sin permiso, y segundo porque es probable que su cara acabe puesta de estampita en el frente de su carruaje de versión especial traída de Francia y no sé cuántas churumbelas más… ¿ora nos podemos ir a trabajar?’… Sobo miró a Briagoberto, que nomás le puso cara de “así es la vida con ésta” y contestó ‘está bueno… por eso decía yo que era hora de irse a trabajar… nomás déjeme levantarme… ¿vamos a la cocina?’…
Pendencia se quedó congelada entrando a la cocina… todo estaba limpio y en orden… había aparatos para casi cualquier cosa… el personal estaba en sus estaciones -perfectamente uniformado de filipina negra con punto naranja- preparando todo para el servicio del día. El Chef de Cuisine –que era pálido, tenía los ojos muy rasgados, y traía una banda blanca en la cabeza con un círculo rojo- iba checando cada estación y asegurándose de que todo estaba en orden. Sobo lo llamó y le dijo ‘Yosi, te presento a Sor Pendencia, que es la jefa de cocina del Palacio Virreinal’… él se acercó, miró a Pendencia a los ojos y juntando un puño con la otra mano abierta frente a sí mismo hizo una reverencia y le dijo ‘sel un honol tenela aquí, Pendencia-san’… Pendencia se quedó muda… Sobo le pidió ‘Yosi, dile a Jim que venga, por favor’… Yosi hizo otra reverencia rápida y dijo “ahola te la tlael, Sobo’ y se fue…
Pendencia lo miró irse y volteando a ver a Sobo dijo ‘oiga… este pobre señor no sabe hablar y segurito tiene conjuntivitis porque apenas puede abrir los ojos… ¿está malo?... y pos luego… ¿qué es eso de “Yosi”?’… Sobo –a punto de soltar la carcajada- le dijo ‘no… habla así y sus ojos son así porque es japonés… su nombre completo es “Yositomo Wiskisito”, que es muy largo de decir… por eso le decimos “Yosi”… ‘¿Yosi cómo?’… Briagoberto intervino ‘no, Sor… “Yositomo”’… Pendencia le pegó un patín en una espinilla con ganas ‘¿qué le dije a su mercé de lo de “Sor”?’... le preguntó… ‘va a ver ora que regresemos al Palacio’… sobándose la espinilla, Briagoberto dijo ‘es que se me olvida me cae’… ella contestó todavía más bajito entre dientes ‘pos que no se le olvide a su mercé, porque su otra espinilla puede romperse si le pego –por ejemplo- con un martillo de ablandar carne, y aquí hay muchos’…
Sobo veía todo el asunto con cara de diversión cuando llegó una joven bajita impecablemente uniformada… era medio güera, peinadísima hacia atrás con cola de caballo y de cara redonda… usaba unos lentes rectangulares de armazón negro con las letras D&G a los lados… saludó en perfecto tono de niña fresa con voz algo nasal (por no decir de trompeta)… ‘hola Soboooo… ¿qué onda?’… él le dijo ‘ninguna onda, Jim… te presento a Sor Pendencia, que viene del Palacio Virreinal a aprender todo sobre las Crepas Tres Quesos’… Sor Pendencia, esta es Jim, que es nuestra Entremetier y está a cargo de los vegetales, huevos, harinas, guarniciones y –justamente- las crêpes saladas, osea que conoce las Tres Quesos mejor que yo’.
Pendencia iba –por supuesto- de hábito… Jim la miró de arriba abajo y dijo ‘mucho gusto Sor… está mono su vestido ¿eh?’… y se adelantó para saludarla de beso sin notar la dilatación en las pupilas de Pendencia… Briagoberto alcanzó a ponerse entre las dos, y Sobo jaló a Jim de un hombro hacia atrás mientras decía ‘permítanme un momento’ y se la llevó algunos metros…Jim iba reclamando ‘¿qué onda Soboooo?... ash… ¿porqué me jalaaaas?’… cuando estuvieron solos Sobo le dijo ‘no se te ocurra volver a decirle nomás “Sor” ni saludarla de beso ni meterte con su vestido… coño… ni siquiera es un vestido, recoño… es un hábito de monja’… ‘ash… ¿pero por qué?... nada más le dije que estaba mono por cortesíaaaa ¿ves?’… además su pinche está mono también… es güerito de ojo verde’… ‘pues a la Sor no le gusta la cortesía, así que cuidadito porque te surte tres madrazos antes de lo que te imaginas’… ‘ash… esteeee… bueno… les tengo que enseñar las crêpes ¿verdad?’… ‘sí… que aprenda cómo se hacen y listo’.
Jim regesó a donde Pendencia seguía junto a Briagoberto. A él le regaló una miradita coquetona y una sonrisa… luego miró a Pendencia a la cara y le dijo –sin perder el tono fresa- ‘Sor Pendencia, le voy a explicar cómo hacemos las “Tres Quesos”… vamos al guardarropa con su pinche para que escojan una filipina muy “nice” cada uno de su talla, y luego les conseguimos unos delantales bien fashion de los que tenemos aquí… ¿me acompañan por favor?’... Pendencia estaba más tranquila y le contestó ‘ora pues, antes de que se nos haga tarde aquí a –mirando a Briagoberto con cara de burla- mi pinche y a mí’…
Pasaron la mayor parte de la mañana trabajando. La tal Jim se las sabía todas con las crêpes y –aunque fuera una fresa casi de Irapuato- no le cayó “tan remal” a Pendencia… Jim andaba muy en su papel y aprovechando se echaba miraditas con Briagoberto, que tampoco era que se hiciera muy guey que digamos.
Pero había dificultades… una cosa era que Briagoberto fuera bueno para la crêpe y le hubiera enseñado los rudimentos a Pendencia, y otra lo que Jim hacía… simplemente estaba en otro nivel… pura técnica y arte… y Pendencia se las empezó a ver negras para que las crêpes quedaran exactamente como tenían que quedar. Cuando finalmente tuvieron un plato de Crepas Tres Quesos hechas por Pendencia solita y las probaron, Jim no tuvo más remedio que decirlo… ‘no… le falta como que algo… no están malas, pero no quedaron superguau, y en este restaurante, las cosas que salen de la cocina TIENEN que ser superguau’… Briagoberto las probó y empezó con los elogios, pero Pendencia le dio un pisotón, así que cerró la boca… en eso llegó Sobo ‘vengo a ver cómo van’… Jim le dijo ‘pues la Sor Pendencia tiene buena mano, pero no encuentra “el punto”… y aquí Briaguis nos ha estado ayudando mucho’… … Briagoberto puso cara de “no chingues” y no pudo evitar poner cara de fuchi cuando escuchó lo de “Briaguis”… Jim dijo ‘a ver Sobo… pruébalas’...
Sobo probó… ‘pues están buenas, pero podrían estar mejores… de todas formas se lo digo… si alguna vez necesita chamba nomás viene y me dice, sor Pendencia’… de inmediato recibió contestación ‘aperciba su anaranjada mercé… no necesito chamba ni la voy a necesitar, así que no me la ofrezca… si a Vd. se le hace que están bien, pos están bien y si no, pos no… el problema es que me estoy empezando a “enojecer” porque no me salen como a la señorita… me caigo remal… y estas son crêpes que queremos llevar a un evento muy reteimportante’… y me estoy cansando de ensayar y que no me salgan’…
Siguieron trabajando y de pronto Briagoberto se acercó y muy serio le dijo ‘oiga Sor Pendencia… ¿y qué pasa si nos llevamos a Jim al Palacio unos días para que le eche la mano en la cena ésa?... total… habitaciones hay y todo ¿no?’… Pendencia le contestó ‘sí a huevo… cómo no… y si no hay habitaciones, pos ai está la suya ¿no?’… ‘¿qué pasó pues?... si yo lo digo por Vd, para que la tenga más fácil’… Pendencia lo pensó un poco ‘chingao… si este no está tan idiota… igual si puede ir la chaparrita a hacer crêpes yo puedo entrarle más duro al es-tro-colos-cor-pio ese de la Yei’… luego le preguntó a Sobo ‘oiga… ¿y si nos llevamos a la chaparrita unos días así como dice –en tono burlón- “Briaguis”?... ¿no le hacemos un desmadre en su fonda?’…
Sobo llamó a Yosi, que llegó e hizo reverencia de nuevo… ‘¿pala que sel yo bueno?’…  ‘Yosi…Sor Pendencia quiere invitar a Jim al palacio unos días para que cocine… ¿cómo la ves?... Yosi miró a Pendecia y le dijo ‘si Sol Pendencia-san necesital a Jim, lleval… sel un honol que Jim ilse a la ciudad a cocinal con Pendencia-san… no habel ploblema… nosotros paltilnos madle aquí pala que cocina salil chido sin Jim’… ‘gracias Yosi’… luego Sobo miró a Jim… ‘a ver Jim… lo voy a decir una sola vez… tienes 40 segundos para arreglar tus cosas y ni uno más… y al Palacio no tienes que llevar maquillaje, secadora de pelo, cinco toallas, ocho pares de zapatos, taje de baño, toda la línea de sombras de Mary-Kay, spray, espejo portátil, set de manicure, ocho mudas, cuatro perfumes, todo el set de lipsticks ni ninguna de todas esas cosas, así que apúrate’… la Jim empezó a quejarse, pero Pendencia le dijo ‘aperciba su chirris mercé… en mi cocina no se maquilla nadie bajo amenaza de recibir una entrada de patadas, así que si quiere seguir viva pos ya sabe a lo que le tira’… la Jim ya no dijo nada y se fue por sus cosas.
Pendencia miró a Sobo y dijo ‘pos entonces nos vamos porque hay que ir hasta el Palacio y la carretera se pone fea de noche con tanto yuppie echando carreras… ai luego le mando a la señorita de regreso’. Jim trajo sus cosas (dos maletas de Louis Vuitton) y sólo dijo ‘lista’ y se despidió de Sobo de beso. Pendencia la agarró del brazo y se la llevó ‘pos ora que semiase tarde’… subieron a la berlina del palacio y Pendencia miró a Briagoberto que estaba peleándose con las maletas de Jim… ‘ora “Briaguis” (en tono de lo más burlón)… métale y vamos llegándole en chinga porque todavía nos falta todo el regreso’…
Mientras iban en el camino Briagoberto y Jim iban platicando y luego la Jim empezó a contar cómo era que había decidido estudiar cocina y otras cosas, hasta que Pendencia –harta después de 45 minutos ininterrumpidos- le dijo ‘a ver… aperciba su comunicativa mercé… no sé a qué hora jala aigre para decir tantas cosas tanto tiempo, pero a mí me vale madres si le gusta contarle su vida a todo el mundo… estoy mareada , estoy cansada y tengo problemas para respirar nomás de estarla oyendo, osea que o se calla o le pongo las correas del toldo de tapón en el hocico… ya estuvo’… la Jim abrió la boca para empezar a reclamar, pero Briagoberto se la tapó con la mano mientras le decía bajito ‘ni se te ocurra’...
En calmo silencio hicieron el resto del viaje a la ciudad capital, el cochero en lo suyo, Pendencia mirando alrededor, Briagoberto meditando sobre la inmortalidad del cangrejo, y Jim dormida recostada en el pecho de él…
Llegaron al Palacio y –literalmente- instalaron a Jim en una de las habitaciones del piso de arriba… como lo suyo no era sueño pesado sino muerte ligera, la tuvieron que cargar entre dos soldados junto con sus maletas porque no hubo forma de despertarla. La subieron y la dejaron en la cama sin que se enterara… la habitación era justamente la que estaba a un lado de la de Pendencia ‘nomás para que no se le vaya a ocurrir a alguno de estos pinches soldados alguna chistosez… y a Vd. tampoco’ dijo mirando a Briagoberto… ‘y cuidadito y se le ocurre organizar cualquier babosada, porque le juro que lo dejo como estropajo de lavar ollas… la señorita está bajo mi “enresponsabilidá” y de mi cuenta corre que ella y Vd. se agarran al prolololo… al progonolo… a esa madre y no andan haciendo cosas “moralmemente encuestionables”…
Y cuando finalmente Pendencia la vió dormida sobre la cama de la habitación miró a Briagoberto con una cara extraña –que él no había visto nunca- y le dijo ‘mire, Briaguis (otra vez en tonito de burla)… Vd. no me cae tan mucho muy remal así que le voy a decir… si yo fuera Vd. agarraba y veía la forma de tenerla ocupada, porque si no le va a crecer la cabeza de oírla todo el día’…
Pendencia bajó a la cocina a ver a Mireya para enterarse de lo sucedido en el día… Mireya se había visto forzada a dejarle un ojo moro al muchacho de los establos que le había dado un par de nalgadas y se había disculpado diciendo que "se habia tropezado y no había encontrado otra cosa para agarrarse"... luego de este y otros informes, Pendencia se fue a su habitación pensando “está bueno… la reunión es en cuatro días, oséase que tenemos tiempo para organizar toda la cosa… nomás que voy a tener que pensar qué piña le digo al Oficial de proctólogo… no… de prontocolo… de esa madre que ésta va a ir conmigo porque si no… me cai que me cai remal… y ora también… tengo que ensayar con el es-creto-losco-copio ese de la Yei, porque no acabo de entender cómo se usa… el otro día se lo puse a una almohada y no oí nada, y luego al CD y casi me quedo sorda… segurito estoy haciendo alguna bestialidá… me caigo remal’…
Al día siguiente se apersonó frente a la puerta del despacho del Oficial de Protocolo León muy temprano llevando una charola plateada con el café, el cuernito tostado con mantequilla y la concha rellena de frijoles refritos de todos los días –el Oficial de Protocolo no desayunaba con el resto del “staff” porque decía que eran “unos vulgares corrientes”- se aclaró la garganta y dijo… ‘buenos días tenga vuestra merced’…
Él levantó la vista de la hoja de Excel con presupuestos que estaba revisando (que estaba tapando el último ejemplar del “Archie”), puso cara de gusto y contestó ‘muy buenos días, Sor Pendencia… entrad por favor… ¿qué gratos vientos os traen por este lugar?... ella entró con la charola, y mientras ponía el servicio en una mesita que había junto a una ventana que daba a la calle que hoy es Correo Mayor empezó a hablar… ‘pues veréis, Señor Oficial… vos me habíais pedido que os informara de cualquier obstrucción, obstáculo, barrera, contención, desviación, interrupción, desavenencia, desaguisado, inconveniencia, altercado y/o eventualidad que me impidiera ejercer mis funciones de forma tal que los visitantes se sientan como en sus casas suyas de ellos durante la reunión… y pues a eso he venido… tengo cierto asunto que debo tratar con vos’…
CONTINUARÁ

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