miércoles, octubre 6

La India Pendencia parte VI. El contacto.

El clima en ese sábado 7 de Abril del año del Señor de 1810 era perfecto para la ocasión… Sol, cielo azul, un poco de viento y una temperatura templada… La entrada del Palacio Virreinal estaba engalanada con macetas llenas de flores y un toldo verde obscuro con vivos dorados que iba desde el borde de la acera hasta el interior del patio de carruajes, vallado por dos filas de soldados con uniforme de Estradiotes (vulgo lanceros) del Cuerpo de Guardias de Corps del Escuadrón de Escolta Real en perfecta formación… como nota cultural, dicho escuadrón existe y se ha ocupado desde 1493 –con diferentes nombres- de la seguridad y salvaguarda de los miembros de la Casa Real Española.
n. del a. La verdad sobre esta pomposa y bien apertrechada formación militar fue revelada a la sección Sociales del “London Post” en una entrevista concedida por la Sra. Da. Francisca Garce Rico –elegante dama española de abanico, peineta, mantilla y mucha alcurnia conocida por sus amigas de la alta sociedad como “Paca”… saque Vd. sus conclusiones- y es que los que estaban ahí sí eran soldados, pero no venían de España, ni eran Guardias de Corps, ni formaban parte del Escuadrón de Escolta Real… casi todos eran “regulares” del ejército colonial acuartelado en Palacio y usaban uniformes hechos por orden de Su Ilustrísima Eminencia El Virrey en una de las roperías cercanas al metro Sevilla… según dijo la misma Da. Paca: “es claro que La Corona ni madres que iba a enviar a nadie del EER a escoltar a ni madres de Virrey, y mucho menos a abrillantar con uniforme de gala un “ambigú de protocolo” organizado en una de las colonias situadas “allende la mar océana”,  por supuesto”.
Pendencia había salido a la calle… bueno, no… más bien estaba en la calle porque había sacado por la puerta de servicio –lo traía por  la oreja izquierda- a uno de los vendedores que le traía fruta y verdura porque las manzanas estaban muy verdes y no servían para hacer postre… luego de pegarle cuatro mamporros con un pepino le puso la caja de manzanas de sombrero -con todo y manzanas- mientras le decía ‘y no le termino de partir la cara nomás porque hay gente y el procotolo… el protologo… esa madre dice que la discreción es importante, pero me trae manzanas malas otra vez y hago a su mercé que se coma la caja con clavos y todo’… luego escuchó el ruido y giró para mirar hacia la puerta principal con curiosidad…
Tal como había dicho el Virrey, ahí estaba lo más floreado de la corte… la crema y nata de la “zoociedad” Capitalina… los “nobles”, los “yuppies”, los “fresoides”, las “barbies” y los “wannabees” estaban ahí. También había una manifestación de “Emos” ahí aprovechando la ocasión, con una pancarta que decía “SI NO TOCAN UNA DE AMOR NOS SUICIDAMOS”… sobra decir que los reales granaderos de la SSP –adecuadamente uniformados- los tenían bien controladitos…
Todo el “jet-set” de la Ciudad Capital estaba invitado al ambigú de protocolo… por supuesto los medios tenían que estar… reflectores, flashes, pantallas gigantes de LED, entrevistas en vivo…
Las damas llevaban vestidos de seda labrada o muselina con “spencer” de sarga o terciopelo a juego (el Spencer o jubón es un abrigo corto de manga larga, que cubría los hombros y los brazos) escotes inocentemente cubiertos por delicados encajes, mantillas transparentes, peinados de rodete y rizos elegantísimos decorados con flores o perlas, collares, párpados apenas delineados con hueso de mamey quemado, abanicos hechos con encaje tejido a mano, sombrillas a juego con los vestidos o los abanicos…
Los caballeros iban con casaca o frac obscuro, galera (sombrero alto de copa redondeada) a juego, camisa ajustada de cuello alto con gazné sujeto con un alfiler de perla o diamante, y pantalón corto o largo en color gris Oxford o blanco, botas largas o polainas blancas o negras y botines negros, casi todos usando bastón, casi todos luciendo barbas bien cuidadas… casi ninguno bañado… sí… es que el baño diario no se acostumbraba entre la “high” europea en aquellos tiempos, con lo que tampoco es que el sitio oliera muy bien que digamos…  
Todos los invitados iban haciendo fila en el valet parking para entrar al Palacio por la fantástica alfombra roja colocada debajo del toldo… unos iban llegando en carruajes tipo “Landeaux” y otros a caballo… había un gringo ahí llamado James Harley –clásico gringo ceja güera de ojo azul con cara de galán- que montaba un caballo Lipizzano totalmente negro enjaezado en negro con metales y hebillas plateados. Él era algo así como un “agregado diplomático cultural” que tenía contactos dentro del Palacio (aunque en aquel entonces los gringos no eran precisamente la gente más diplomática ni culta del mundo… igualito que ahora) y la hacía de intérprete de algunos allegados al Virrey para asuntos comerciales.
Mr. Harley llevaba montada en la grupa -la grupa del caballo, no la suya- a una dama joven… una mujer de pelo castaño oscuro y sumamente guapa que llamaba la atención por tres cosas: tenía unos ojos verdes impresionantes, usaba bajo el abrigo un vestido de manga larga verde obscuro de seda y un spencer del mismo color con recamados en negro -en lugar de un vestido “como los de las demás”- y siempre llevaba un diamante rosa con forma de gota colgado del cuello con un listón de piel también rosa. En la Ciudad Capital se decía que se llamaba “Yei” y nadie sabía de dónde venía, pero todo mundo sabía que no era gringa. Ambos –James y Yei- iban vistiendo abrigos largos de piel negra sobre la ropa y goggles para el polvo, y realmente tenían cara de malos…
n. del. a. este estilo de “montar acompañado con actitud siniestra” sería resucitado por la descendencia de Mr. Harley casi 100 años después, y hoy es muy popular entre los aficionados al motociclismo de “touring”.
Pendencia seguía mirando la fila de carruajes, los flashes de las cámaras, la gente muy vestida… y al gringo y su guapa acompañante caracoleando con el caballo a media calle luciendo al animal (es decir luciendo al caballo, no al gringo). Miraba todo aquello pensando ‘ira nomás… todos estos petimetreses y petimetresas haciéndose gueyes y gueyas vestidos como si fueran a la primera comunión del Papa… pinche gente… ora sí me están pasando a caer asquerosamente remal aunque el protogoco… el prolotoco… esa madre diga que no está bien que la gente le caiga remal a uno… ¡y la estirada esa de verde y el guerito haciendo malabares!… a ver si le pongo laxante en el chocolate a la vieja pa que deje de reírse’… y pensando en conseguir laxante entró Pendencia en la cocina para darle los últimos toques al ambigú… lea Vd. el menú si es tan amable, y díganos si no era aquello la feria del colesterol…
Las guarniciones eran ensalada de nopales, quesos fresco y añejo y requesón, salsas varias… verde, roja, borracha, de chipotle, de chile habanero y cebolla morada, pico de gallo y negra veracruzana, además de una salsa excelente que se llamaba “Pedro Navaja”, que sonaba en el audio local… tortillas blancas y azules, totopos recién fritos, crema traída en la mañana desde los establos de Texcoco, chiles varios toreados, cebolla y jitomates picados, guacamole –‘hay de dos… picoso y para jotos’ decía Pendencia- y dos ollas inmensas, una con frijoles charros con chorizo, y otra con frijoles chinos (refritos en manteca de cerdo).
Para empezar había sopes, flautas, memelas (las favoritas del Virrey eran con chicharrón prensado), quesadillas surtidas, pambazos, picadas poblanas y tamales. Para la segunda vuelta había arroz verde, blanco y rojo, chilaquiles rojos o verdes, huevos ahogados en caldillo de jitomate, cecina, carne enchilada, moles verde, rojo y negro, albóndigas en chipotle, chiles rellenos de picadillo, chicharrón en salsa verde, pozole, menudo y cochinita pibil (receta esta última que no era de Pendencia sino de Mireya Pec, chaparrita orgullosamente Maya que trabajaba en la cocina del palacio).
Y en una tercera ronda había romeritos con camarón, ceviche de pescado y pulpo, huachinango en salsa de huitlacoche, jaibas rellenas de arroz con azafrán, y pescado blanco de Pátzcuaro en crema de chile poblano. Para terminar, pan de dulce surtido, el mundialmente famoso panqué de limón de Pendencia, arroz con leche y dulces traídos de Puebla, champurrados de sabores, chocolate caliente, café de olla e infusiones varias.
Para evitarle a la concurrencia el esfuerzo de bajar la ingesta exagerada a brincos (con riesgo de sufrir un insulto estomacal) había aguas frescas de jamaica, limón, sandía y horchata, servidas en jarritos de barro negro Oaxaqueño directamente desde las ollas de barro, y después de semejante atascón, Su Eminencia el Virrey se complacía en ofrecer digestivos a los contribuyentes… ¡perdón!… quise decir a los comensales… es que… bueno… les ofrecía digestivos pues… tequila, mezcal, brandy, Bailey’s y aguardientes varios, y -por supuesto- sales de frutas, alka-seltzers e infusiones de manzanilla con menta a discreción.
Pendencia sudaba la gota gorda junto con su personal, y dirigía el envío de comida para afuera de la cocina –‘qué forma de tragar’ murmuraba… ‘que los mantenga la corona a estos hijos de la chingada… parecen pelones de hospicio… ira nomás!... hasta con las flores de calabaza del decorado de las salsas están barriendo los muy pornográficos… ora sí en serio… ya me acabaron de caer remal…’
Y mientras tanto se fijó en que cada vez que se abría la puerta estaba por ahí la castaña de los ojos verdes mirando hacia la cocina, mientras hacía como que comía tamales… en una de esas la miró y le sonrió con una sonrisa demoledora, y Pendencia se mosqueó… ‘¿de qué pitos se ríe esta?... además no puede estar comiendo tanto tamal… si cada vez que abren se come uno lleva como 18, y le va a dar la “costipasión”… a ver qué chingados trai’… la siguiente vez que la puerta abrió, Pendencia agarró una charola de sopes, se acercó y –discretamente, porque el progotolo… el procototo… esa madre decía que no había que alzar la voz- le preguntó ‘¿qué anda buscando su mercé?... ¿se le perdió una igual, soy, me parezco, le gusto o qué?’…
La muchacha la miró directamente a los ojos y con una voz aguda y mirada divertida le dijo muy bajito ‘¡déjeme!... no haga pancho y cállese el hocico… la busco después en la puerta de servicio… tengo instrucciones de “C” para Vd. … y por cierto, la carne enchilada está pocamadre… vai’… a Pendencia no le gustó nadita el asunto y le preguntó en voz baja ‘¿cómo que “C”?... ¿qué es eso?... ¿cómo que instrucciones?... pero la castaña la ignoró ‘no la chingue, no se vaya’ le dijo Pendencia, enojada… la castaña le regaló una sonrisa encantadora, se dio la vuelta muy propia y se fue caminando hacia la mesa de los frijoles…
Pendencia se quedó ahí muy confundida, y luego regresó a la cocina realmente furibunda pensando ‘qué instrucciones de “C” ni la mamá de batman… esta nomás me está haciendo de chivo el tamal… por mí que espere hasta que llegue la navidá’… cuando cruzó la puerta de la cocina, el Paje que la había recibido el día anterior venía pasando con una olla enorme llena de chilaquiles…como venía pajareando no lo vió y chocó con él, y los chilaquiles fueron a parar a su delantal, que estaba –hasta ese momento- inmaculadamente blanco… ‘ah, pero cómo es animal su mercé… ora parezco tamal verde… ¿qué usté camina viendo patrás o qué chingados?’ dijo Pendencia mientras le subía el color a las mejillas y se le dilataban las pupilas… el Paje, que había visto esa dilatación de pupilas en el cine cuando fue a ver “Hulk”, se quedó paralizado de terror esperando el gancho de izquierda que seguramente vendría, pero Pendencia respiró profundo y nada más dijo ‘voy a cambiarme… pero nomás no recoge su mercé hasta el último chilaquil, y además de romperle su madre lo hago que limpie el suelo con la luenga’… mirando alrededor, Pendencia localizó a una de las cocineras y le rugió ‘¡Eufrosina!... hágame un té de boldo pal berrinche y ora regreso!’… Eufrosina puso agua a hervir y consiguió las hojas de boldo para la infusión en tiempo récord…
El ambigú fue mucho más que un éxito… los invitados comieron triple y cuádruple… es más… hubo madrazos por el último pedazo de panqué de limón… una de las felicitaciones más mencionadas en las secciones de “zoociedad” de los periódicos capitalinos fue la de Da. Paca Garce Rico –la señora chismosa de la entrevista al “London Post”- quien con toda su elocuencia, pompa y circunstancia se acercó al Virrey mientras éste se empacaba la décima memela con chicharrón y le dijo ‘Mi Estimada e Ilustre Eminencia, he de deciros que vuestra cocina es normalmente muy buena –y sé que todos quienes estamos aquí estamos de acuerdo- más he de deciros también que hoy no cocinó su personal… hoy han cocinado los ángeles”…
Una vez que todo estuvo recogido y el personal estaba lavando las 45 toneladas de cosas que se usaron para el ambigú con instrucciones estrictas (‘y al que deje algo sin lavar le meto un plato en el hocico’), Pendencia se sentó en un banquito cerca de una ventana para tomarse un café… seguía dándole vueltas al asunto de la castaña y “C”… ¿qué coño era eso?... la cara de signo de interrogación se le quitó cuando de pronto una piedra entró por la ventana y le pegó a Pendencia en la cabeza…
Fúrica por tercera vez en el día, se levantó sobándose la cabeza para mirar por la ventana gritando ‘escuincles hijos de la mala vida… váyanse a aventarle piedras a sus respectivas madres’… pero al sacar la cabeza por la ventana no vio más que un carruaje tipo “Milord” abierto, pintado de amarillo con dos rayas blancas y con tiro de dos caballos (deportivo, pues) estacionado en la acera de enfrente, y a la castaña parada frente a la puerta jugando con otra piedra... ahora llevaba un vestido más ligero y el pelo recogido en un rodete con unos rizos cayendo por un lado de la cara… miró a Pendencia y le dijo ‘hágase un favor a Vd. misma y no meta a mi mamá en el asunto porque le borro la cara a bofetadas… como Pendencia no contestó, le preguntó ‘¿viene o la tengo que sacar a rastras?’… Pendencia se terminó lo poco de café que había en su taza y fue a la puerta doblándose las mangas y pensando ‘sí chucha… orita me voy a dejar que me cacheties, segurito…’
Salió con cara asesina y se encontró a la castaña ahí nomás, sonriendo con cara de diversión y le dijo en mal tono ‘nomás le aviso a su mercé que si me está queriendo ver la cara de turista se agarre, porque sí la vengo dejando como mechudo de trapear manque me “aborre” la cara luego”… la castaña le dijo ‘ni falta que hace, Sor, porque me voy en un segundo… yo soy su contacto y “C” me dijo que le entregara esto’… le dio a Pendencia un sobrecito… ‘guárdelo hasta que esté en un lugar donde no la vea nadie… la semana entrante tendrá noticias mías… vai’…
Pendencia guardó el sobrecito en el bolsillo interior del mandil de su hábito e iba a decir algo, pero la castaña se dio la media vuelta y empezó a caminar hacia el carruaje… subió por un lado, se sentó, miró a Pendencia y agitando coquetamente una mano le dijo en perfecto francés ‘A bientôt, ma chérie!’ (que es como “hasta pronto, cariño”)… luego le dijo al cochero: “À la maison, Francois” (que quiere decir algo así como “vámonos a la casa, Paco”). El cochero contestó “oui madame”, agitó las riendas de los caballos gritando ¡allez, Toulouse & Lautrec… a grand vitesse!! (que significa algo así como “ora, Tolulouse Lautrec, vámonos en chinga!”), y el carruaje salió disparado y desapareció dando la vuelta en la calle de Moneda.
Pendencia seguía masticando bilis… ‘ora sí se la va a llevar la tiznada… se me volvió a ir la muy hija de Satanás –me cae remal Satanás- me dijo Sor –me cae remal que me digan Sor, a menos que les dé permiso-  y me volvió a dejar hablando sola –y me cae remal  que me dejen hablando sola- me lleva el merito tren… me cae remal… la próxima vez ni le digo nada… mejor nomás para empezar le cierro el hocico de un trompón’…
Más tarde, luego de meter tres platos en tres hocicos distintos en la cocina, y después del quinto té de boldo, Pendencia regresó a su habitación en donde le habían dejado la tina lista para bañarse… ‘carajo… ora sí me duelen hasta las pestañas, y orita lo malo es que una aspirina me va a servir para lo mismo que un gansito en una embolia cerebral’… cuando se quitó el mandil sintió algo dentro del bolsillo y se acordó del sobrecito… ‘chingado’ dijo ‘ya se me había olvidado el recadito de la chistosa esta’… dejó el sobre en una mesita a un lado de la tina, fue al CD, puso Enya, agarró un jarro de champurrado de fresa que le había dejado Eufrosina, se metió a la tina y tomó el sobrecito… no se había fijado que era rosa y tenía un corazón dibujado a mano ‘méndigas tan cursis… por eso me cain muy remal’ pensó Pendencia… abrió el sobrecito y sacó una sola página de papel perfectamente doblada…
Escrito con una caligrafía impecable se leía “MISSION DEBRIEF 10041810, 20:00, sala armas palacio minería, reunión CS Virreinato… filtrarse y averiguar qué chingados… confirmar recepción raya en puerta… ‘C’ PD coma fruta y verduras”
Pendencia se quedó helada… la letra se le hacía conocida, pero no recordaba por qué… ‘pos así sea C o R o LL o XEW… esto es pasarse de azteca… no entiendo ni madres… y luego pos qué minería, si yo nomás se jiu-jitsu y cocinar´… ‘¿y qué coños es esto de “raya en la puerta”?’… ora sí…
Pero pensándole, poco a poco se le fue aclarando la cosa… ‘a huevo’ pensó… ‘es lo que querían que hiciera de que les mandara decir de qué pasa aquí y éso… pero pos cómo voy a la mina o qué chingados… y pos según yo aquí es el palacio… ¿o qué semiolvidó?... ¿y cómo les digo luego o qué?... no me traje la paloma mensajera... ¿no será algo del procotolo… del proctólogo… esa madre, que no me explicó La Corregidora?’… miró la letra del mensaje de nuevo reconociéndola,  y se puso furiosa… ‘pinche Corregidora, qué poca madre… me hubiera mandado el sobre por DHL y no con ésta que me cai remal…’
Porque el asunto le cocinaba el hígado de coraje… ‘ora sí la barbie esta me vió la cara de turista… ¿cómo conoce a La Corregidora?... ora sí me cai que qué remal que me cai…
Una vez más -la sexta ese día- Pendencia gritó '¡Eufrosina!... ¡vuélvame a traer un té de boldo ora mismo!’
CONTINUARÁ

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