martes, octubre 19

La India Pendencia parte VIII. Contacto en Catedral.

Pendencia abrió el sobre y sacó unos guantes con un post-it pegado que decía “úseme”… se puso los guantes y sacó unas hojas de papel que no tenían nada escrito más que “tocar solo con guantes y calentar sin quemar”… se puso como energúmeno ‘me carga el payaso… esto ya es pasarse de tueste… ¿qué chingados tengo que calentar sin quemar?… ¿y para qué coño agarro el papel con guantes si no tiene nada de nada?’… sin entender le dio vueltas y vueltas a las hojas, pero no encontró nada que pudiera leer además de la instrucción… ‘con lo que me chocan los acertijos, chingao… por eso no me gusta “CSI Miami”… calentar sin quemar… pos… si acerco el papel a algo caliente nomás, porque si lo pego a la flama segurito le doy en la madre’… tomó la lámpara de aceite que estaba en su habitación y pegó el papel al vidrio… y por poco le da algo cuando la solución extensa de cloruro de cobalto hizo reacción y empezaron a aparecer letras primero y palabras completas después, en color azul.
el cloruro de cobalto se torna azul –e incluso verde- cuando se calienta porque pierde humedad… si se le aplica vapor de agua aumentando el porcentaje humedad, el color visible es un tono de rosa -n. del a.
 ‘¡Ah cabrón!... ora sí me sorprendió la Josefa… esto está chingón…’ le tomó cerca de 20 minutos calentar las hojas y ordenarlas, no sin hacer algún que otro entripado porque lo escrito con cloruro de cobalto se vuelve invisible de nuevo una vez que el papel se enfría, y algunas hojas hubo que calentarlas más de una vez… ahí estaba todo lo que tenía que saber para usar las cosas de la caja: unos botones (los que tenían una marca amarilla) eran comprimidos de pólvora negra revuelta con azufre, excelentes para incendiar cosas o generar mucho humo apestoso… se encendían con las cerillas y cuando empezaban a hacer humo se dejaban ahí nomás… otros (con una marca azul) eran unos comprimidos de belladona –planta muy usada entonces por los médicos por sus cualidades curativas, y también usada por algún que otro pacheco para poner a volar al personal… estos botones funcionaban remojándolos un momento en las bebidas, y ponían a todo el mundo bien “groovy”… y otros eran botones normales (‘uno nunca sabe cuándo necesita reparar la ropa’ escribió La Corregidora)… ‘me lleva… esta piensa en todo’…
Las hojas decían también que la aguja de tejer era una ganzúa, cómo darle servicio al sistema de navegación de la paloma mensajera, cómo usar la brújula –que le pareció fantástica a pendencia- cómo usar la cuerda del piano ‘¿cómo cabrones se le ocurre a La Corregidora que voy a ahorcar a alguien?’ se preguntaba Pendencia… los viales eran de una cosa llamada “escopolamina”, que –según Doña Josefa- hacía que la gente cantara la puritita neta aunque no quisiera… ‘pos que se la den al Sr. Obispo de Valladolid, a ver si es cierto que le gusta ver viejas en calzones’ pensó Pendencia divertida… todo estaba ahí…
Y luego llegó el momento de ponerse el traje de lycra… Pendencia lo miró y se dijo ‘no entro ahí ni madres’… pero luego lo intentó y descubrió no sólo que entraba, sino que hasta le quedaba bien… lo malo fue cuando se vió en el espejo ‘carajo… esto está muy cómodo… pero parece que estoy encuerada y que me lo pintaron encima… además -doble carajo- tengo un poco de lonja… eso me pasa por no practicar jiu-jitsu más seguido y por no ir a tratamiento al convento-fonda-jardín-hortaliza-spa-boutique de las Sisters… pero La Corregidora me va a pagar hartas sesiones, como que me llamo Pendencia… y estos zapatos están raros… son como babuchas de beduino, pero gordas… y aprietan pues’
En el entendido de que no deberían verla, Pendencia decidió aprovechar que no había nadie fuera de palacio –más que los soldados de la guardia- y buscar una salida por la parte de atrás… el problema era que tenía que cruzar por algunos pasillos con luz, y con el trajecito se le hacía que ahora sí le “iban a pasar revista”… tomó la cuerda, se la colgó a la espalda y salió de su habitación, que estaba del lado de la actual calle de Moneda, para ir a una escalera que subía al techo, y que era normalmente utilizada por los técnicos de telecomunicaciones que arreglaban la parabólica… no había nadie en el pasillo y había poca luz… en las habitaciones podían escucharse algunos ruidos, y en algún momento alguien abrió una puerta frente a Pendencia, que se detuvo y se pegó a la pared medio metida detrás de una cortina verde… de la puerta salió un sargento bastante beodo cantando “Fue en un cabaret, donde te encontré, bailando”... vino hacia donde estaba Pendencia, pero ni se enteró de que estaba ahí porque casi no podía tenerse en pie, y pasó de largo… ‘pinches soldados… andan hasta las manitas y luego ‘ai van diciendo que tienen harta chamba… me cain remal’… pensó un momento en ir a ponerle unos patines, pero lo dejó para después ‘igual de regreso voy lo dejo como fajita de res, y que se vaya a la chingada la diplomacia del prococolo… el prototoco… esa madre…’
Pendencia subió la escalera y cuando quiso abrir la puerta del final la empujó, pero chocó con ella… ‘chingao’ pensó… ‘ora tengo que abrir esta madre’… sacó una cerilla, la encendió  y vió un letrerito que decía “Evite lesiones… para abrir, jale la puerta”… ‘ah Pendencia tan maje’… de todos modos la puerta no abrió… había un candado y una cadena, pero Pendencia recordó las instrucciones, sacó la aguja de tejer, y después de 4 intentos el candado abrió sin problemas… ‘ora hay que esconder el candado … no vaya a ser que venga uno de estos hijos de la Maldición de La Llorona y me deje afueras… y en chinga porque semiacetarde'...
Salió al techo de Palacio –que en aquel entonces no tenía cámaras- y caminó hacia el lado de los jardines por arriba, buscando cómo bajar a la calle… como no encontró nada, se fue hasta la esquina de Moneda y Correo Mayor, pasó la cuerda alrededor de una chimenea tal como le había escrito La Corregidora que hiciera y –persignándose y encomendándose a San Charbel- empezó a bajar por la pared. En algún momento escuchó que venía un carruaje por Moneda y se hizo chiquita contra el alféizar de una ventana pensando ‘ora sí… que me vean los del carruaje aquí colgada, a ver si no salen con que soy la querida del que sea que viva en esta ventana y se arma el desmadre…’ miró hacia la calle y vió un carruaje negro pequeñito con una marca de serpiente enredada en un báculo, jalado por un solo caballo ‘ahí va el doctor seguramente a bajarle la tranca al de Hacienda, que a estas horas segurito que trai una botella de Bailey’s de sombrero… me cai remal’ el carruaje pasó y siguió hasta la Plaza Mayor.
Cuando ya no vio ni escuchó al carruaje, Pendencia terminó de bajar a la calle y jaló la cuerda… que le cayó en la cabeza… por tratar de quitársela se le enredó en las piernas y los brazos hasta que casi no pudo moverse… ‘con una chingada’ pensó ‘ora parezco tamal mal amarrado… chingao, chingao y chingao… y esta madre aprieta, me carga el pintor’  total, como pudo se salió del nudo, medio desenredó la cuerda y la enrolló, se la puso de nuevo en un hombro y miró hacia Moneda, luego hacia Correo Mayor, y empezó a caminar sobre esta última hacia donde empieza la actual calle de Carmen para dar la vuelta en la siguiente esquina… a esas horas ya no había gente en la calle y la Ciudad Capital no tenía farolas –todavía- pero casi todas las puertas habían lámparas colgadas y Pendencia tuvo que caminar rápido y por el centro de la calle… no le gustaban los zapatos… no hacía ningún ruido, pero con la suela tan delgada sentía muy bien el piso de piedras ‘carajo’ pensaba ‘con estas pinches chanclas, si piso una caca voy a saber qué perro la dejó ahí’…
Dio la vuelta a la izquierda en lo que hoy es la calle de  República de Guatemala –que tenía menos luz todavía- y se detuvo en la entrada de la plaza del lado sur de Catedral, justo donde habían unas pirámides que estaban reconstruyendo para dejarlas ahí, con la idea de que las encontrara alguien después y las hiciera museo…
Había que cruzar cerca de 200 metros en descubierto para llegar al muro de Catedral… Pendencia miró hacia las torres de la iglesia y apenas pudo distinguir las campanas… no tenía caso ir por la puerta principal, así que había que intentar por el jardín que daba al edificio de la capilla y la sacristía, más cercanos al Palacio Virreinal… el problema de ir hasta allá eran los soldados que estaban de imaginaria en la puerta principal del Palacio… y había una serie de antorchas colgadas de la pared de la Capilla de la Catedral y en la pared del fondo, que proyectaban luz sobre el lado sur y buena parte de la plaza que hay allí … si no se movía con cuidado podían verla… ‘chingao… va a tener que ser de aquí hasta la fuentecita a paso de caballo encabronado, y luego pos ahí veo… a ver San Goloteo… asísteme… a la una, a las dos y a las…’
En eso andaba cuando escuchó pasos acercarse hacia la esquina en donde estaba… eran dos soldados que venían haciendo un escándalo entre botas, espadas y lanzas, que venían platicando muy a gusto… uno de ellos traía un arcabuz... Pendencia se metió en un portal ‘a ver si hay sombrita chingao’ y aguantó la respiración y todo. Los soldados llegaron hasta la esquina y miraron hacia donde ella estaba, pero no pareció que la hubieran visto.
Ella podía ver sus siluetas contra las luces de Catedral… uno de ellos encendió una pipa y el otro sacó una pachita para meterse dos cañonazos de mezcal… estuvieron ahí unos momentos y justo cuando se dieron vuelta para regresar al Palacio, a Pendencia se le cayó la aguja de tejer, que pegó contra la puerta donde estaba… los soldados voltearon a ver qué era el ruido mientras pendencia pensaba ‘San Jasmeo… te prometo no ver “Lost”, pero no los dejes que se acerquen, porque me voy a ver obligada a ejercer el uso de la violencia violenta’… caminaron hacia donde estaba y uno de ellos dijo con acento Madrileño ‘joer Borbón… ¿qué era el ruido?’… el otro –el de la pachita con mezcal- le contestó ‘no lo sé, Zapatero, pero a mí no me parece ‘pa preocuparse, joer… igual era un perro que nos ha visto y ha huido al contemplar semejante armamento, coño’… los dos soltaron la carcajada y se dieron media vuelta para regresar a Palacio.
‘¿Un perro?’ pensó Pendencia ‘perros tienen en el asterisco… ah, pero cómo me cain de remal…’ esperó hasta que ya no escuchó los pasos y volvió a la esquina… el reloj de Catedral sonó una vez ‘las pinches nueve y pinche media… me lleva el tranvía… y todavía me falta ver cómo entro… pero ‘ai les voy… una… dos… ¡ora!’ y arrancó a correr pegada al lado de las pirámides sin hacer ni un solo ruido… pisó una piedra y por poco suelta un improperio, pero se aguantó… 150 metros…100 metros… 50 metros… miró hacia atrás para asegurarse de que nadie la había visto.. y se tiró de cabeza rodando sobre un hombro para quedar tendida detrás de la fuente, protegida de la luz de las antorchas… ‘pos ora sí ya ví que de algo sirve ver “24”, chingao... una maroma perfecta a lo Jack Bauer... a huevo’…
Sacó la cabeza por un lado de la fuente para mirar hacia Palacio y no vió ningún movimiento raro… Pudo ver a Borbón y Zapatero caminando todavía hacia la puerta de Palacio tan campechanos… se arrastró hacia el otro lado y miró a la parte posterior de la Capilla y el curato buscando una entrada… había varias puertas, pero todas estaban cerradas… igual que las ventanas… ‘pos ora sí va a tener que ser a lo Mexican courious… a correr hasta la “pader” deste lado y luego pegadita hasta la “pader” de la Capilla y ya ahí le veo… a ver… otra, dos… ¡ora!’ se levantó y empezó a correr hacia la pared del costado este de Catedral –que era la entrada a la sacristía y al curato- para llegar debajo de las antorchas. Llegó hasta ahí, se dio la vuelta para mirar hacia Palacio y, viendo que Borbón y Zapatero se habían detenido en la puerta y platicaban con los demás soldados, corrió hacia la pared posterior de la Capilla… y no paró hasta llegar a la esquina… mientras corría volvió a mirar hacia la Capilla y no encontró nada abierto… estaba empezando a desesperarse… ‘¿cómo chingados voy a entrar?’
En eso estaba cuando se fijó que había un andamio ahí pegado a la pared, a la altura de la nave central… era una escalera temporal puesta para facilitarle la chamba a los que llevaban las pinturas y otros materiales al Maestro Rafael Ximeno y Planes, pintor Valenciano que estaba trabajando en la “Asunción de La Virgen”, milagro al que está dedicada la Catedral… al parecer el andamio daba a una entrada de algún tipo más arriba… Pendencia subió por el andamio y llegó a una entrada cerrada con unas tablas cruzadas con un letrero que decía “Se le romperá su madre al que se meta… Atte. La Administración”… ‘me lleva’ decía en voz baja ‘nomás me faltaba… ¿por qué cierran esto?... como si alguien fuera a tener ganas de entrar aquí de noche… chingao’… miró mejor y vió que las tablas sólo tenían clavos… empujó una de ellas poco a poco hasta que fue sacándola de su lugar y finalmente la tabla cayó sobre una plataforma del andamio al otro lado de la pared, haciendo un ruido como de cañonazo… Pendencia pensó ‘ora sí ya la jorobé completita… me caigo remal’… esperó un poco esperando que apareciera alguien, pero después de algunos minutos sin ruidos decidió entrar… caminó sobre la pasarela de madera mirando hacia abajo… no se veía a nadie dentro de Catedral… la bóveda inmensa sobre ella hacía eco de cada uno de los ruidos del andamio, y la única luz venía de una serie de antorchas colgadas en las columnas de la nave central….
Pendencia intentaba llegar al “nivel piso” de alguna forma… hasta que se hartó de estarle buscando… nuevamente arregló la cuerda alrededor de una de las columnas del andamio y bajó con mucho cuidado para no hacer más ruido… sólo se escuchaban los rechinidos del andamio de madera… cuando llegó abajo sintió que la tomaban de las trenzas, la inclinaban hacia atrás y le ponían algo puntiagudo en el cuello… una voz de hombre le dijo… ‘hija… o me dices qué haces aquí, o te mueres’… ella no supo qué contestar… nada más acertó a decir “Yei”… el hombre la soltó y ella se volvió para mirarlo…era un cura bastante más alto que ella, que tenía en una mano un cuchillo bastante largo… Pendencia intentó pegarle un par de patadas que el cura esquivó sin dificultad, la volvió a pepenar del gaznate, le torció un brazo, la atrajo hacia él y sin dejar de “apuntarle” con el cuchillo le dijo… ‘te lo voy a preguntar otra vez… ¿qué haces aquí, hija?... y dímelo despacio o te dejo como brocheta de pollo’… Pendencia pensó que toda la cosa había valido grillo y le dijo ‘tengo que verme en esas bancas de allá con la Señorita Yei, que me va a dar recado’… se quedó helada cuando miró hacia las bancas del lado de la entrada principal y vió una figura sentada e inmóvil que levantó una mano con un pulgar bien visible… el cura sonrió, la soltó y le dijo ‘ah bueno… está bien… llegas a tiempo… ven conmigo, y perdón por la rudeza, pero uno nunca sabe… por cierto, tu patada es muy lenta… tienes que practicar’…
Sin estar muy segura de qué esperar –y algo encabronada porque no había podido ni intentar ponerle un buen mamporro al tipo- Pendencia siguió al cura hasta las bancas, y ahí estaba la castaña, totalmente vestida de negro… el traje era igualito al suyo, pero decía “bebé” en el pecho con letras rosas y –por supuesto- traía el diamante de gota rosa colgando del cuello, y el pelo peinado hacia atrás en cola de caballo… estaba tan sonriente como siempre. Si se puede, sus ojos verdes se veían más verdes… Pendencia pensó ‘¿cómo hace esta que ni se despeina?... yo no sé del proctotolo… el prolotoco… esa madre, pero de verdad me cai remal, aunque eso no sea correcto’…
Yei la saludó muy contenta ‘¡Hooooola!... qué bueno que llega Sor… siéntese y tome aire… se ve cansada’… miró al cura y le dijo ‘tráele a la Sor agua porfa, pero con cuidado… no te vayan a ver ¿zaz?’… ‘Simón’ contestó el cura ‘orita vengo’ y las dejó solas…
Pendencia no sabía si enojarse y agarrar a la castaña a patines o más bien reírse de nervios… estaba asustada y la había visto cerca… se volvió hacia la castaña y le dijo ‘chingao… si ya sabía por dónde iba a venir, me hubiera abierto la puerta mejor’… Yei le contestó con tono juguetón ‘no-ooo… ¿qué no ve que si le abro la puerta no hay diversión?... además nadie tiene que saber que estamos aquí’… ‘¿ah no?’ preguntó Pendencia ‘¿entonces el cura este?... mañana va a saber todo el curato… el Virrey es también el Arzobispo… ¿qué su decente mercé es ciega?... si es cura tiene voto de obediencia, y si el Virrey le pide que le cante la neta, pos se la tiene que cantar le guste o no’ la castaña le regaló una de sus sonrisas encantadoras y le preguntó ‘¿cuál cura?’…
Pendencia la miró realmente sorprendida ‘pos este hijo de la real goma que por poco me mata y que luego resulta que es su carnal del alma’… Yei se la quedó mirando, le tomó una mano y le dijo ‘Sor… no se ponga nerviosa… ese no es un cura… es mi guardaespaldas… Pendencia no entendió… ‘sí’ le dijo Yei… ‘le explico… el me cuida… es como el revólver de la canción… “lo cargo encima ‘pa que me libre de todo mal”.
El guardaespaldas venía llegando ya sin la sotana… traía un traje parecido al de ellas, pero con algunas bolsas adicionales y un chaleco bastante abultado… Yei le dijo ‘Chente, te presento a Sor Pendencia De La Concepción Rico Ruiz’… él le tendió una mano y le dijo en buen tono ‘mucho gusto Sor… yo soy Nario… Vicente Nario’. Le sirvió agua a Pendencia de un camelbak® en un jarrito de metal. Miró a Yei, le dio una caja pequeña y larga y se fue hacia la puerta principal.
Pendencia se tomó el agua y Yei la esperó mientras terminaba. Luego le dijo ‘Sor… sé que no entiende qué onda, pero vea… le explico… aquí en esta caja le traigo un aparatito que nos va a ayudar a Vd. y a mí… es un estetoscopio “3M Littman® Master Cardiology”… ¿sabe qué es eso?’… ‘¿un estratos… qué?’ preguntó Pendencia… ‘¿y como pa qué sirve?’… Yei se rió… ‘noooo… “es-te-tos-co-pio… y sirve para escuchar los latidos del corazón’… ‘¿no le digo?... no me quiera ver la cara de turista, guapa, porque la gente que hace eso me cai remal’…
Yei se rió con una risita divertida y le dijo ‘Sor, créame que me cae Vd. muy bien… yo no quiero verle la cara de turista… lo que quiero es ayudarlas a usted y a La Corregidora’… ‘oséase que Vd. la conoce, ¿verdá?’… '¡claro!... somos amigas y vamos de shopping juntas a veces’… ‘¿de “chopin”?... ya mejor no me diga qué es eso, y explíqueme mejor cómo se usa el es-trep-to-cos-co-pio este’… Yei le dijo ‘escuche'... le puso las olivas del estetoscopio a Pendencia en los oídos, y se puso el diafragma ella misma en el pecho ‘¿oye?... es mi corazón’… Pendencia se quedó muda… ‘no la chingue… ¿es su corazón neta le cai?’… ‘ajá’ contestó Yei mientras ponía el diafragma en el pecho de Pendencia… ‘y este es el suyo’… Pendencia abrió más la boca… por alguna razón la Yei le estaba empezando a caer un poquito menos “remal”…
‘Está bueno su aparato… pero ¿qué coños quiere que haga con él?’… ‘le explico’ dijo Yei ‘en la sala donde se reúne el Consejo de Seguridad del Virreinato hay una pared que no es de cemento, sino de madera pintada, osea que es delgadita… lo que tiene que hacer Vd. es colocarse cerca y poner esto contra la pared… así puede escuchar lo que digan del otro lado, escribirlo en huevos para que no se vea, llevarse los huevos a Palacio, y transcribirlos “en corto” -es decir, hacer un resumen- y mandar el resumen a Dolores en chinga con la paloma mensajera… fácil ¿no?’…
otra técnica para escribir mensajes “invisibles” en la que no hace falta usar papel sino un huevo duro es la siguiente: se mezcla alumbre con vinagre hasta obtener la consistencia de la tinta y se escribe el mensaje en la cáscara del huevo. Cuando la tinta se seca no se ve nada, pero algunas horas más tarde el mensaje (que debe escribirse con letras grandes) aparecerá en la clara cocida del huevo, con lo que hay que quitarle la càscara para leer el mensaje -n. del a.
Pendencia le dijo ‘pos hasta ahí no hay tos… lo difícil va a ser que me inviten a la junta esa’… ‘no se apure Sor’, le dijo la Yei otra vez con una sonrisa demoledora… ‘de eso me encargo yo… me estoy convenciendo al oficial de protocolo echándole miradas lindas para que crea que ya la hizo, y lo que va a pasar es que él le va a pedir que lleve algo espectacular para los que vayan, y como la idea es que pueda quedarse un rato, Vd. va a hacer crêpes suzette, que se hacen ahí mismo para cada persona… ya hasta le compré un carrito para eso en Liverpool ¿ve?... se lo llevan mañana al Palacio’… Vd. se queda, hace crêpes suzette cada vez que se las pidan (las crêpes, pues) y luego se esconde detrás de la pared de madera con el estetoscopio y… ¡voilâ! La Corregidora tiene su información’.
‘¿Qué haga cretsusé o qué?’… Pendencia no había escuchado nunca de tal cosa… ‘crêpes suzette, querida Sor… son crepas con dulce de caramelo flameadas, que se sirven con helado de vainilla… taaaan buenas’… a Yei casi se le caía la baba de acordarse… entendiendo que era casi un reto, Pendencia le dijo ‘está bueno… deme la receta, mándeme el carrito y yo ensayo y las hago… ora ya me voy porque todavía tengo que ver cómo me regreso al Palacio sin que me vean los soldados’…
Yei le dio el estetoscopio y llamó al guardaespaldas ‘Chente, me escoltas a la Sor hasta su habitación y nos vemos en la casa ¿zaz?'...él contestó 'Simón… ahí te veo pues’... luego miró a Pendencia 'cuídese Sor... vai'... Chente miró a Pendencia y le dijo ‘Sor… ¿nos vamos?... Pendencia le contestó ‘a ver… aperciba su eficiente mercé… si me va a escoltar no hay problema, pero donde se quiera meter a mi habitación me cai que lo dejo como si lo hubiera agarrado una pantera en celo, y ni crea que se va a salvar, porque ora sí sé de dónde va a salir…’
CONTINUARÁ

1 comentario:

Anónimo dijo...

YA ME ABURRI DE LEER EL MISMO EEEEHHHH! JAJAJAJAJA