martes, septiembre 28

La India Pendencia parte V. El viaje a la Capital.

Finalmente llegó el día. Pendencia, vestida con un hábito nuevo y con la cara recién lavada se despidió de las pinches y fue al recibidor de la Parroquia, en donde estaban el Sr. Cura Hidalgo y La Corregidora, ambos con cara de sueño y sintiendo la tremenda cruda resultante de una noche de “texas hold’em”. Pendencia se acercó y les dijo ‘para empezar hoy me cain remal… huelen pior que una pulquería, y luego pos ora… vamos dándole antes de que me arrepienta de andarle haciendo a la chinguetas’… El Sr. Cura puso cara de culpable y le dijo ‘Sor Pendencia… permítame acompañarla’… La Corregidora sólo le dijo ‘Sor Pendencia… recuerde el protocolo y por favor no madree gente… eso es muy importante’.
Salieron al patio grande y a Pendencia casi le da el jamacuco… nunca había visto nada igual… ahí estaba un carruaje negro y amarillo cerrado “Berliner Mail Coach” vis-a-vis, expresión francesa para decir “cara a cara” porque los pasajeros se sentaban unos frente a otros, situación que tenía sus desventajas si eran muy feos o tenían mal aliento. El carruaje estaba enganchado a un tiro de cuatro percherones blancos, osea que era un carruaje de 4 caballos de fuerza calzados con herraduras para piso mixto, con sistema de alimentación directa a paja y cebada y refrigeración por agua, realmente potente para aquellos años. Todo el conjuntito había sido traído desde Francia, -en donde este tipo de carruajes se usaban como transportes de correo- para el Obispo de Valladolid, y lo habían acondicionado en un taller que tenía la familia del Sr. Forrest Foose en una misión de las que fundara el equipo del Padre Kino en la Alta California 250 años antes... mucho tiempo después la misma familia y unos cuates trabajaron con el TLC (The Learning Channel) para hacer un programa de televisión que tenía como tema el de los coches “custom” llamado “Overhaulin’”, que dirigía el tataratataranieto de Forrest, Chip. 
Tenía también todas las comodidades propias de la época… llantas de madera con aro de doble ancho y dibujo para suelo mojado, protecciones de corcho para evitar el exceso de polvo, ventanillas polarizadas, asientos rellenos de pluma y borra forrados en cuero Conolly cosido a mano, tableros de madera de cedro blanco libanés, alfombras traídas de Persia, guarda zapatos, perchero, florero –con dos girasoles enormes- servibar, cubiertería de plata, mantelería bordada con el escudo de la Arquidiócesis de Valladolid, cristalería de Murano, asiento doble para el cochero y el mozo con air-bag de tercera generación, espacio para carga en el techo y en la parte de atrás, frenos de palanca y zapata en las cuatro ruedas, suspensión por ballestas engrasadas, espejos para estacionamiento… vamos… que el aparato era una chulada. En ambas puertas podía verse el escudo de armas del Señor Obispo, y en la izquierda, cerca del picaporte, había una estampita del carnaval que decía “Un carnal fue a Veracruz y nomás me trajo esta pinche calcomanía”.
Se dice que para que el Sr. Obispo le prestara el carruaje, La Corregidora fue y lo amenazó con revelar a la prensa su afición por las litografías de mujeres en paños menores, pero otras versiones sostienen que el Sr. Obispo estaba bastante enterado del asunto de la conspiración y la apoyaba en más de una forma, aunque nunca pudo demostrarse nada -ni en un sentido ni en otro. 
El mozo que se encargaba del servicio a la cabina -aún con el carruaje en movimiento- se acercó para tomar la maleta de Pendencia preguntando muy cortés ‘¿me permite Sor?’… ella no soltó la maleta, pero sí le dio al mozalbete un mazapán que hasta hizo eco en las paredes de la Parroquia ‘dejeai malcriado tentón… yo me llevo mis cosas’. El mozo no dijo nada, pero se fue mascullando quién sabe qué insultos -que no reproduzco aquí por ser seguramente de naturaleza misógina, prosaica y profana. Subió al pescante (así se llama el asiento del conductor), agarró un mosquete del calibre .30 que se llevaba por si acaso, y se quedó esperando la salida mientras se sobaba la cabeza.
Agamenón el cochero –conocedor de los arranques de la Sor- se quedó entonces parado en la puerta del carruaje esperando que Pendencia se subiera solita. Ella miró al Sr. Cura y a la Corregidora dedicándoles una mirada asesina, subió la maleta, y se sentó en el asiento de atrás. El cochero cerró la puerta, dio una vuelta alrededor del carruaje para asegurarse de que todo estaba cerrado, le dio una última revisada al tiro y subió al pescante. Se colocó bien el sombrero, se puso los guantes, se acomodó los goggles sobre los ojos, tomó las riendas y al grito de ‘¡ora, jijos de la legislación!’ sacudió las riendas y los cuatro corceles metieron primera, segunda, tercera…
Y luego, mientras observaban al carruaje avanzar, El Sr. Cura y La Corregidora vieron a Pendencia sacar la cabeza por la ventana para gritarle al cochero ‘¡ora jijo desobediente… o le baja de huevos al rompope o lo bajo a chingadazos del carruaje y manejo yo!... ¿qué no ve que me mareo?’…
Como al Sr. Virrey y a su corte se le cocían las habas porque Pendencia llegara a cocinar antes que inmediatamismo, se fueron entre nubes de polvo e hicieron un viaje que normalmente duraba tres días y medio en sólo dos –como decía Napoleón- “despacio que tengo prisa”. Se detuvieron sólo a las cosas realmente necesarias como resurtir el servibar, cambiar los caballos, rellenar el líquido de los limpiadores y cambiar la bacinica -porque en aquéllos entonces no había sistemas presurizados para eliminar la… bueno… cambiaron la bacinica y ya. También bajaron la velocidad un poco para que Pendencia pudiera insultar a un bestia que iba en un carromato y que les dio cerrón gachamente en la salida a Santiago de Querétaro. No podía pegarle, pero le aventó la copa de cristal en la que estaba bebiendo jugo de naranja que –según costumbre- le pegó al galán en la mera oreja y lo bañó de jugo.
Finalmente llegaron al Palacio Virreinal en la Ciudad Capital, que era por aquél entonces la Residencia del Virrey de la Nueva España, Su Eminencia el Sr. D. Francisco Javier de Lizana y Beaumont, que era español, clérigo, político y además arzobispo de la Ciudad, conocido entre los amigos por “Pacorro” y –entre los muy allegados- como “El Mataor de Teruel”, ciudad española donde había sido Obispo y en donde se había hecho famoso porque una tarde que se le pasaron los anises se había puesto a torear vaquillas usando la túnica púrpura que usan los Obispos en las ceremonias importantes.
El carruaje se detuvo frente a la puerta principal del Palacio (la que da a lo que hoy es la Plaza mayor o “El Zócalo”). Los soldados del piquete (osea, un grupo de soldados asignados a la guardia de la puerta), cruzaron albardas y se colocaron alrededor del carruaje. Un Teniente del ejército realista al mando preguntó ‘¿Quién vive?’ el cochero respondió ‘traemos desde Dolores y en urgente misión a la cocinera invitada del Virrey, así que por obra de Dios, dejadnos pasar ipsofacto, no sea que a Su Eminencia le den agruras de hambre’…
El Teniente, un Salamantino (así se le dice a los españoles oriundos de Salamanca) rubito y de complexión robusta que acababa de llegar de San Juan de Ulúa donde estaba destacado y no sabía del asunto, le dijo ‘¿ah sí?, pues como no me mostréis un salvoconducto firmado y lacrado por Su Eminencia, os mando recluir en las mazmorras y además mando que os azoten 50 veces’… el cochero ya un poco harto de viaje y de polvo (y de Pendencia) le dijo ‘con todo respeto, mi Teniente, iros al carajo’ … señalando hacia adentro del carruaje continuó ‘os aconsejo que no incurráis en el enojo de “Su Eminencia” impidiéndonos el paso, ya que en verdad os digo que nos esperan hace días y ella viene a cumplir una importante encomienda gastronómica por órdenes del mismísimo Virrey’.
El Teniente –pobre inocente- le contestó ‘¡pardiez!... siendo tal la importancia de vuestra embajada os dejaré pasar, joer, pero como sabéis las bombas y el terrorismo han aumentado con lo que tendréis que dejarme inspeccionar vuestro carruaje… y ver a la cocinera’… las risas del piquete se dejaron oír, y en eso se abrió la puerta del carruaje y salió Pendencia pegándole de gritos al cochero… ‘¿qué carajo pasa que no entramos?... no tenemos todo el día para perderlo hablando con soldados que me cain pero si muy remal’… el Teniente le dijo ‘esperad, hermana, que primero queremos revisar el carruaje y –más risitas del piquete - a su acompañante la cocinera, que deberá “pasar inspección” junto con el resto de vosotros’…
Fúrica, Pendencia dio un paso al frente... el cochero cerró los ojos para no ver, pero contó después que escuchó a Pendencia decirle ‘mire su mercé… la cocinera soy yo y usté me va a dejar entrar porque estoy cansada, me duele la cabeza y para acabarla de jorobar tengo que ir al baño’… se escuchó un ruido como si azotaran un pedazo grande de aguayón de res en el piso, y lo siguiente que vio el cochero fue el casco del teniente rodando por el suelo, mientras el teniente mismo azotaba como regla después de recibir un “uppercut” a la mandíbula… Pendencia miró a los demás soldados preguntando ‘¿ya podemos pasar?’… y como ninguno dijo ‘esta boca es mía’, miró al cochero y le dijo ‘ora Agamenón, pásele padentro’… el cochero metió primera y entró al estacionamiento del palacio Virreinal.
Luego de bajar del carruaje –y de ir al baño, situación que a la pobre ya le estaba comprimiendo el alma y la vejiga- Pendencia fue conducida a la presencia del Virrey. ‘Bienvenida sea, Sor Pendencia… sepa que os agradezco enormemente que hayáis aceptado nuestra invitación a venir y regalarnos con algunos de los platos más selectos de su recetario’… Pendencia pensaba ‘¿porqué este hijo de la mala vida insiste en que le regale cosas’?, pero controlándose para no decir una idiotez –tal como le había dicho La Corregidora que hiciera- contó hasta 10 y contestó muy propia ‘en contrario, os agradezco la invitación Su Eminencia, y os comunico los Saludos del Sr. Cura Hidalgo y del Sr. Obispo de Valladolid, que os tienen el gran estima’. Mientras decía todo el choro, pensaba “sí como no… gran estima mis trenzas… si supieras que te dicen ‘el pinche gordo’ y que hacen competencias a ver quién te imita mejor…”..
‘Gracias hermana… ahora, si no disponéis distinto, pediré al servicio que os acompañe a vuestros aposentos a fin de que podáis descansar y arreglar vuestros enseres y menesteres, ya que mañana quisiera que se pusiera Vd. la del Puebla y nos cocinara algo al mediodía… pensé en un ambigú de protocolo al que asistirá lo más floreado de nuestra corte, Vd. comprende’… Pendencia estuvo a punto de decirle lo de la hermana de Alfredo Palacios, pero como no entendió lo de “ambigú” más bien se concentró en contenerse y sólo contesto ‘está bien Su Eminencia… mañana le tendré listo el ambigú ese sin falta’…
Pendencia estaba para tomar su maleta cuando se apersonó salido de quién sabe dónde un paje convenientemente vestido que casi se la arrebató de la mano… ‘permitidme que os ayude, hermana… seguro venís cansada del viaje, así que seguidme’… conteniendo las ganas de tronarle un soplamocos, Pendencia iba pensando ‘sí chucha… “seguidme,  seguidme”… este chapeadito segurito sí es el hermano de Alfredo Palacios… ahora sí me están acabando de caer todavía muy más muy remal con todo este asunto del procotolo… del procoloto… prloco… de esa madre…’
Antes de salir de la cámara de audiencias escuchó al Virrey decirle a sus espaldas en un tono extraño ‘una cosa más, hermana… entiendo que tuvisteis algún desaguisado con la milicia de la puerta… ¿es eso cierto?... ella se detuvo, lo miró con “calma” y le dijo ‘no Su Eminencia… nada de “desaguidencias”… nada más tuvimos un ligero desacuerdo por nimiedades, pero ya sabéis lo que se dice, que “hablando se entiende la gente”… nada serio, os lo prometo…’ se dio la vuelta y empezó a caminar pensando “ándale ca’n… ora resulta que este es más chismoso de lo que yo pensaba… ándate por las ramas Pendencia, o te chingan… ora sí ya de veras me cain mucho muy remal…”.
Al salir de la cámara de audiencias siguiendo al paje, Pendencia echó un ojo alrededor y se maravilló de la magnificenia del palacio. Tocó el hombro del paje y le preguntó ‘oiga su mercé… ¿podemos ver la cocina?’… ‘sí’ contestó él ‘pero primero déjeme que la instale en su recámara... Pendencia –que no acababa de llegar y ya empezaba a hartarse de tanta elegancia y “ambiente fashion”- lo agarró de una oreja y se la torció diciendo ‘usté a mí no me instala nada… dije que quiero ver la cocina y voy a ver la cocina, y puedo ir a verla con su oreja en la mano o con todo usté pegado a su oreja, así que dígame cómo le hacemos’… ‘no, pues por eso decía yo que vamos a la cocina…’ contestó el paje, siempre diligente.
Llegados a la puerta de la cocina el Paje se detuvo y le dijo ‘espere un poco… y suélteme porque el protocolo dice que la anuncie’… ‘el chingado procoloto… protoloco… esa madre’ pensó Pendencia… A falta de bastón de anuncios, el paje dio dos zapatazos en el piso de baldosas, se aclaró la garganta y una vez que todo el personal estaba en silencio y mirando dijo:
‘¡Ah de la cocina!... abrid cancha a La Hermana Sor Pendencia De La Concepción Rico Ruiz, Mayora de la Cocina de La Parroquia de Dolores y Jefa de Cocina Invitada de Honor de Su ilustre Eminencia el Sr. D. Francisco Javier de Lizana y Beaumont, español, clérigo, político y además arzobispo de la Ciudad, conocido entre los amigos por “Pacorro” y –entre los muy allegados- como “El Mataor de Teruel”’… al terminar no entendió porqué el personal lo miraba así, y menos entendió la risa medio disimulada de Pendencia, aunque después de unos segundos entendió que su trabajo podría terminar pronto después de semejante presentación.
El personal de la cocina corrió a formarse en perfecta fila alineada por la derecha… alguien les había contado que al Teniente le habían puesto en su madre de un “uper”… y también les habían contado que había sido una monja que venía a la cocina…
Entrar a la cocina del Palacio fue traumático… la mesas sucias, los cuchillos y palas arrumbados en una tinaja para lavar, costales de maíz y arroz y garbanzos abiertos y desparramados en el piso, platos con comida en las tarjas, tinajas de aceite destapadas llenándose de polvo, especieros todos desordenados, mugre en las parrillas y en las planchas, cochambre en los estufones, la placa vitrocerámica salpicada de salsas, las campanas extractoras llenas de mengambrea…
El paje continuó con el protocolo… ‘sabed que en calidad de Invitada de Honor y por órdenes de Su Eminencia, la Hermana aquí presente tiene autoridad absoluta sobre la cocina, su operación y su logística a partir de hoy y hasta su partida, con lo que sus decisiones y requerimientos son inapelables e incuestionables… en pocas palabras –y cito a Su Eminencia- si la Sor dice rana, vosotros saltáis, y si dice que os chinguéis, pues os chingáis’.
Las primeras palabras de Pendencia fueron: ‘buenas las tengan… a ver… apreciban sus mercedes… a mí me cae muy, muy remal la gente marrana que tiene las cocinas llenas de mengambrea, y a la gente que me cae remal normalmente le pego tres chingadazos nomás de entrada… el protoloco… el prologoto… esa madre dice que la violencia física no es correcta, pero eso a mí me importa menos que el resultado de la última expedición a Egipto, así que “vámosnos” organizando…’
‘Voy a ir a mi recámara a dejar mis cosas, y si pa cuando regrese no los veo limpiando voy a tener que empezar a repartir mamporros… y al que se ponga bruto lo baño de aceite caliente, así que ya saben a lo que se “esponen”… “póngansen” a darle antes de que me vea obligada a ejercer el uso de la fuerza…’ miró al paje y le dijo ‘ora su mercé, que tengo que regresar a “vereficar” lo que están haciendo esta bola de hijos de su Máscara del Santo, a ver si pa mañana esto está en condiciones…’
Teniendo en cuenta los antecedentes, el personal empezó a limpiar como si más que de una cocina, se tratara de desinfectar un quirófano…
CONTINUARÁ

miércoles, septiembre 22

La India Pendencia parte IV. Sor Pendencia.

El Cura Hidalgo suspiró y miró al cielo pensando ‘perdónala, Señor… es un alma humilde, pero cocina chido’… luego miró a Pendencia con cara de ‘ay hija… qué mal estás’ y le dijo… ‘mire Sor… destronar significa “remover del trono” (Pendencia con cara de masinembargo), osea que es “privar del trono a un monarca” (otra cara de masinembargo), o viene de, osea es como… pues… es como “quitarle a alguien su autoridad o cargo de importancia, normalmente por la fuerza” (otra cara más), sobre todo cuando ese alguien está haciendo cosas de grave impacto social, o que afectan a la mayoría de la población, causando descontento y disconformidad” ¿ve?’ …
Penendencia lo meditó un poco, quitó la cara de masinembargo y le preguntó ‘¿osea que es como si dijéramos… quitarlo de ahí a chingadazos porque anda de pasado de rosca?’… ‘esteeeee… sí… algo así’ le contestó el Sr. Cura…Pendencia sonrió… la idea le gustó desde el principio… ‘pos entonces la veo chingón’ dijo con una mirada tan maquiavélica que el mismísimo Cura Hidalgo –acostumbrado a las actitudes de Pendencia más que nadie, y que no le temía ni a las arañas capulinas habitantes de la especie de bodega en que estaban- sintió un escalofrío.
Las noticias volaban en aquél entonces, y gracias al chisme muchos de los “top levels” de la Ciudad Capital –y otras no tan capitales, pero ciudades al fin- habían viajado a Dolores para hospedarse en el Convento-fonda-jardín-hortaliza-spa-boutique de las ‘Sisters Of The Soul’, y –por supuesto- para ir al buffet de Pendencia, y todo el mundo decía que ir al brunch de Dolores era “casi una experiencia religiosa”. Desde luego y ante tanto comentario, el mismo Virrey había enviado una nota pidiendo que le enviaran  “algunas muestras de la magnífica cocina de la Hermana Pendencia que me han dicho produce –con la Gracias de Dios- manjares dignos de la mesa de Fernando VII , Rey de España, Indias y Las Otras Colonias Allende la Mar Océana”…

Así, Pendencia (más a fuerza que de ganas) organizó una caja de madera con varias ollas envueltas en tela encerada para que no se llenaran de polvo, y las puso una sobre otra dentro de la caja, que además estaba forrada con zinc y aserrín para que el calor no pusiera mala la comida.
Cuando se llevaban la caja etiquetada “día siguiente/express/urgente” en un carruaje de UPS (el Virrey no podía esperar) el Sr. Cura le preguntó ‘Oiga Sor Pendencia… ¿qué es esa caja?’, y ella lo miró con cara de “ah, el Cura tan guey” y le contestó ‘¿no lo sabe?... es una caja con comida, su mercé, y semihace que le voy a poner “la caja del lonche”… se me ocurrió ora que estaba pensando cómo mandarle comida al Virrey (que el muy marro ni preguntó cuánto le costaba… por eso me cai remal) ¿cómo la ve?’... años después, el concepto sería adoptado con mucho éxito por una compañía gringa que empezó a fabricar “lunch boxes” de metal… ‘ai nomás.
Tres días después el Virrey envió un pronto a la Parroquia felicitando al Sr. Cura por tan excelente cocinera, diciendo además que nunca había probado nada tan exquisito como los manjares que la hermana Pendencia había enviado. Además agradecía profundamente el regalo –cosas ambas que a Pendencia le cayeron en la punta del hígado… ‘ni que fuera hermana del puñal del Alfredo Palacios’…‘y además ¿porqué de regalo?... pinche gente aprovechada… por eso me cain más remal’.
Además, el Virrey prometía ir pronto de visita para “degustar personalmente las exquisiteces emanadas de la cocina de Su Bendita Parroquia, cocinadas con mano de ángel y arte divino, y que estoy seguro deben ser todavía mejores recién salidas de los fogones”. El cura le dio el pronto a Pendencia para que lo leyera, y ella sólo dijo ‘pos me parece muy bien pero… ¿porqué chingados no me regresó mi caja?... era la que usábamos para poner las naranjas… ora que venga me cae que  le voy a decir que ya ni la chinga… ora ya me cae todavía más remal’…
Un par de semanas después estaba el Sr. Cura Hidalgo en la terraza que daba al patio interior del curato de la Parroquia, fumando pipa y leyendo el último número del “Capulinita” mientras se tomaba  un “SWO” su trago favorito (“sacred wine on the rocks”, osea vino de consagrar con hielo) cuando se asustó al ver a Pendencia muy propia trayendo el servicio de té de plata y unas galletas de nuez de macadamia… Pendencia lo vió escondiendo la copa y le dijo ‘su mercé, le dije que ya no esté chupando nomás porque sí, porque luego ‘ai anda dando espectáculos como el día que se quedó en calzones en medio del mercado cuando se le atoró la sotana en un clavo… y ni se acuerda no se haga guey… sígale y en vez de chilaquiles para la cruda, lo que le voy a dar es una madriza…’
Sin decir más se sentó frente al Sr. Cura, sirvió el té y le dijo… ‘oiga su ilustre mercé… afigúrese que he estado pensando en lo que me dijo de “desentronar” al Virrey ese… y pos le quería decir que yo le echo una mano si le hace falta, nomás que me va a tener que decir cómo, porque a mí nomás se me ocurre ir y ponerle en su madre al Virrey’. El Sr.Cura puso cara de “ahí vamos otra vez”, le agradeció la oferta y le dijo que aunque el fin último efectivamente era “darle en la madre” al Virrey, había otras formas que ir a surtirle cuatro mamporros, y que le diría si hacía falta otra cosa además de todo lo que ya hacía con el brunch.
Luego se quedaron ahí tomando té y comiendo galletas… era la primera (y fue la única) vez que Pendencia le traía por voluntad propia algo que no le hubiera pedido, y el Cura no sabía si sería prudente decir algo o no, así que queriendo ser agradable nomás dijo ‘qué ricas están las galletas’. Pendencia lo miró con cara de “no te pases” y le contestó ‘no se haga guey… le quedaron medio crudas a la taruga de la Domitila…’
La tarde pasó sin más luego de que Pendencia se fue con su servicio de té y sin galletas (‘pos crudas crudas, pero estaban pocamadre’, se dijo el Sr. Cura a sí mismo luego de refinarse la útlima), y cuando terminó de leer el “Capulinita” se levantó para ir por otro SWO, y por alguna razón miró hacia la alameda que está atrás de la Parroquia y vió unos niños jugando a las guerritas… también vió cómo uno de ellos se bajaba de un árbol y se iba a gatas hasta “su lado” de la alameda para decirle a otro en voz baja dónde estaban escondidos los del “bando contrario”, con lo que se movieron alrededor de un grupo de árboles y les cayeron a pedradas sin que los otros tuvieran tiempo de nada… en ese momento el Sr. Cura sintió la inspiración divina… espionaje… eso era…
Así que lo consultó con los conspiradores… como agradecimiento a la nota enviada por el Virrey, podían mandar a Pendencia como “una atención a su ilustrísima” a la cocina del Virrey para que luego viniera y les diera información… la propuesta no prosperó mucho que digamos. La mayoría de ellos decía que el problema era que “a ver si no algún avispado dice algo que a Pendencia no le pareciera y termina en el hospital con múltiples lesiones”… que “era peligroso porque podía hacerse notar mucho si golpeaba a alguien”… que “era muy imprudente para contestar y que podía comprometer la operación”…
Total, que estaban por mandar el plan a calacas cuando La Corregidora levantó la mano y dijo ‘a ver cabrones, cierren el hocico… la ventaja de que le mandemos a Pendencia al Virrey es que estando en la cocina va a poder escuchar a cualquiera… servidumbre, soldados, ayudantes, conductores de carruajes, técnicos electrónicos, personal de todos lados, cualquiera, porque todos comen… y que venga y nos cuente lo que escuche allá. Los presentes la miraron con cara de “pos no anda tan descaminada la Josefa”, y además el Corregidor se revolvió en la silla y le echó ojos de “ay mi reina… me excitas cuando hablas así”
‘Voy a hablar con ella a ver qué dice… lo único gacho –dijo limpiándose la baba que se le escurrió por un lado de la boca- es que si se va,  no va a haber nadie que haga chalupas verdes, y esas le quedan tan buenas!
Y ahí fue Doña Josefa a ver a Pendencia y le explicó de qué se trataba la cosa… ‘mire Sor… el show es que queremos que vaya a cocinar para el Virrey y nos traiga información… todo lo que escuche, los chismes y lo que digan todos los que anden por ahí, y si puede, pues lo que diga el mismísimo Virrey… queremos saber qué está pasando en la Capital, y pues la única forma que tenemos de enterarnos es mandando a alguien allá, pero como cualquiera de nosotros se vería sospechoso, por eso queremos que Vd. vaya… ¿qué me dice?’.
Pendencia le dijo ‘¿que me tengo que ir a la Capital?... no voy ni en drogas, me cai… si me han dicho que está retepinche, Doña… ¿y además tengo que andar de chismes?... acuérdese que los chismosos me cain muy remal, y de que luego la gente que dice tarugadas pos me cai  mucho más retemal… además el Virrey ese ni nos pagó la comida que le mandamos… ¿y ora resulta que le tengo que ir a cocinarle?... no la chingue Doña Josefa… no me haga esa llave… ’
La Corregidora fue a contarle a los conspiradores, que luego de discutirlo un poco decidieron que tenían que hacerle así porque todo el asunto tenía ángulos interesantes… en una de esas podían envenenar al Virrey con la comida –lo que bajaría un poco la clientela del Mickey’s Bruch si alguien se enteraba, pero eso podía compensarse de alguna forma-  y es  más… la cosa hasta podía resultar mejor de lo que esperaban porque -como decía el abogado Mier y Altamirano- ‘total, en un golpe de suerte puede pasar que el Virrey salga con alguno de sus chistes misóginos mientras Pendencia está cerca, y la Sor agarre y lo mate a madrazos… estaría chingón, ¿no?’
Y ahí fue La Corregidora de nuevo con Pendencia ‘No se lo pediría si no fuera importante, Sor Pendencia’ dijo La Corregidora ‘es que mire… para organizar el desmadrito de sacar al Virrey de ahí, su misión –si decide aceptarla- es traernos cualquier cosa que nos sirva para saber qué está pasando, y la neta la neta la neta, no encontramos a nadie mejor que Vd… ándele, no sea gandalla y échenos la mano ‘pa darles en la torre…y aquí entre comadres, le prometo que le convenzo al Sr. Cura Hidalgo de que le cambie la estufa y le ponga una de placa vitrocerámica bien chingona que vi el otro día en El Palacio…
En el entendido de que por lo menos iba a tener chance de cobrarle la caja al Virrey, Pendencia aceptó… pero con condiciones: ‘aperciba Vd., su mercé Corregidora… se queda Bartola a cargo del buffet de los sábados, quiero que me cambien los hábitos por unos nuevos porque los dos que tengo ya se paran solos y están tan luídos que aunque los planche parecen panzas de burro, necesitamos trapos de cocina nuevos… y para ir pos quiero viajar en carruaje y no en caballo y que el carruaje tenga ventanas ‘pa ver ‘pafuera, y que por favor no me lleven rápido porque me mareo…y además quiero que me regresen tan pronto como sepan lo que tengan que saber, porque eso de ir más lejos de los cerros no es lo mío… ‘Considérelo hecho, Sor’ contestó la Corregidora…
‘Sólo tengo una petición más’… viendo la cara de signo de interrogación de Doña Josefa, Pendencia se la soltó así nomás: ‘pos quiero que me compren las tres primeras temporadas de “Lost” porque no las ví’.
Unos días después estaban ambas platicando, y decía La Corregidora: ‘oiga Sor… nomás entienda que si la agarran pasándonos el dato me la acusan de espionaje, e igual me la ejecutan… y además si la descubren le va Vd. a dar en la torre a todo el irigote este que estamos armando’…
Escuchando la cosa en ese tono, Pendencia tuvo que preguntar… ‘¿qué es espionaje?’… ‘espionaje es que ande usted de metiche averiguando cosas que pueden ser luego usadas en contra de esos gueyes’… ‘y eso no es legal ¿verdá?’… ‘pues no… la neta no’…  ‘¿cómo que me ejecutan?’… ‘pues puede que la fusilen’… ‘¿que me “afusilen?’... ¿y eso qué es?’… ‘pues que la paren enfrente de una bola de soldados con rifles y le disparen entre todos al mismo tiempo’… ‘¿así nomás, sin beso y sin cuento?’… ‘simón, así nomás’… ‘pinches montoneros… ora me can mucho más bien remal’… ‘pues sí, pero es que eso se hace con los espías… si los agarran’… ‘pos primero faltaba que yo me deje agarrar… al que se atreva a ponerme una mano encima le rompo la cara en tantos pedacitos que van a necesitar una foto ‘pa volverlo a armar, me cai’, dijo Pendencia al final…
La Corregidora, viendo el encabronamiento en la mirada de Pendencia con todo lo que le acababa de explicar se arriesgó a decirle en un tono excesivamente familiar para lo que habían estado acostumbradas ambas: ‘a ver… está cabrón pero igual después abrimos una cadena de restaurantes tú y yo, así que pues tú dices, mi reina… ¿le entras?´…
Pendencia le dijo entonces ‘mi reina lo serán usté y su sacrosanta madrecita… yo soy Pendencia… Sor Pendencia’.
CONTINUARÁ

domingo, septiembre 19

La India Pendencia parte III. El descubrimiento.

Después de la ‘Academia literaria’, y también después de recoger el tiradero que dejaron porque luego de que terminaron de jugar maratón organizaron un torneo de luchitas  -que ganó la corregidora luego de hacerle ‘foul’ en la final al Teniente Baca con un rodillazo bien dirigido que lo mandó a la lona- Pendencia volvió a dedicarse a lo suyo, es decir, a cocinar para los invitados del Sr. Cura Hidalgo, que ya la había agarrado de puerquito y le tomó gusto a la costumbre de traer al mismo grupo de francachela para desayunar/comer/cenar bastante más seguido… con resultados desastrosos, por supuesto (dicen que un día La Corregidora, ya en puntos muy briagos, de plano confesó que había sido teibolera en Veracruz en sus años mozos, antes de que Don Miguel la conociera, y Don Miguel confesó al mismo tiempo que cuando iba a la Universidad había tenido sus arrimones con la monja que era la miss de canto).

Y un buen día entró el Sr. Cura Hidalgo a la cocina con su mejor cara -mientras Pendencia y la pinche (que no la pinche Pendencia) hervían Jamaica para hacer agua- se sentó en la mesa grande y dijo en su mejor tono: ‘Sor Pendencia… ¿cómo la ve si organizamos una onda gastronómica chida para juntar lana ‘pa la Parroquia?... ya sabe…Vd. cocina el sabadaba, cobramos la entrada,  y como es Vd. tan buena ‘pal asunto, segurito atascamos el lugar y nos hacemos de una feria ¿no?… algo así como un brunch pero no tan elegantioso ni estirado… ¿le late?’. Pendencia lo miró con cara de asesina y le contestó: ‘¿una onda “grastomónica” y un qué chingados?... ¿qué es eso del bronche?… mire, su santísima mercé… no manche, si no hacemos más que partirnos la madre todo el día para que sus invitados y los gorrones que traen sus invitados se atasquen de cuanta madre y le partan la mandarina a la despensa como si fuera la suya de ellos, ya no se pase de rosca y no ande organizando, me cae…’

El Sr. Cura –como buen Cura… ya saben de qué les hablo- le explicó con elocuencia la nueva costumbre americana del brunch: ‘Mire Sor… le explico… el brunch es un anglicismo que viene de la revoltura de las palabras anglosajonas ‘breakfast’ –desayuno – y ‘lunch’ –que es como “el almuerzo’… osea que es como ‘desayunar tarde’… o más bien como ‘comer temprano’… o bueno… algo así… ¿me entiende?’.

Pendencia puso cara de borrego a medio morir y le dijo: ‘mire su divina mercé, no me quiera ver la cara de su taruga con palabras ‘angorajonas’ de que si ‘brecsfas’ y que si ‘lonche’… en esta Parroquia se desayuna a las 6:00 entre semana, ¿y ‘ora me quiere poner a chingarle también los sábados para tener todo listo a las 11:00 para una bola de gentes que me cain regordas?… se lo digo con respeto, su mercé… eso no es cocinar… eso son chingaderas’.

Tres semanas de labor diaria le tomó al Sr. Cura Hidalgo convencer a Pendencia… al final ella aceptó, pero no sin condiciones…  ‘aperciba su mercé: me trae Vd. otras tres pinches, me pone una campana estraitora nueva, nos paga a todas un tratamiento cada dos semanas en el spa de las ‘Sisters Of The Soul’, nos trai ollas de barro con teflón y unas tablas de picar nuevas, y –por la gracia de Dios, Nuestro Supremo Hacedor, y de San Goloteo, Patrono del lugar- nos instala un CD player en la cocina para oír “Pin Floy” porque de estar oyendo cantar al Espergencio (el jardinero) se nos van a caer las orejas un día… y si no, ni un huevo duro, me cai…’ No teniendo opción, el Sr. Cura tuvo que apechugarle, y así quedaron.

Se abrió entonces el “Dolores’ Parish Brunch”, osea “El Brunch de la Parroquia de Dolores”, nombre que después –gracias a unos gringos que acabaron ahí un día que se perdieron mientras andaban turisteando- se quedó en “Mikey’s brunch”, (algo así como “La Lonchería de Miguelito”). Pendencia se organizó un buffet que se servía en el patio de la Parroquia los sábados de 11:45 a 14:45… tamales, quesadillas surtidas, chilaquiles, moles, huevos rancheros, a la mexicana y ahogados (pobres huevos), chicharrón en salsa verde, carnitas, puntas de filete albañil, pan de dulce, café de olla… entraban hartos fondos para la Parroquia y al final el brunch era  –como los hoteles en St. Tropez- un lugar para ‘ver y ser visto’… vamos… ir al  “Mikey’s Brunch” era lo más ‘in’ que había para hacer entre el “jet-set” de Dolores y zonas cercanas… filas de carruajes esperaban para dejar a sus distinguidos tripulantes el día que Su Eminencia Ilustrísima el Sr. Obispo de Valladolid fue a la inauguración oficial a cortar el listón, que era una tira de chorizo rojo de Toluca de 4 metros y medio…

Lo que no le quedaba claro a Pendencia era a dónde iban a parar los fondos, porque el mandado para el buffet se seguía comprando con el dinero que la Arquidiócesis mandaba cada mes… ‘¿padónde irá tanto bilimbique?’ se preguntaba Pendencia… ‘a ver si no nomás está el Sr. Cura juntándose un dinerito y lo está mandando a las Islas Caimán para irse a abrir una escuela de buceo…’ y lo decía con razón…  fuera de una antena parabólica que Don Miguelito mandó poner para agarrar satélite y poder ver una telenovela que estaba muy de moda y que se llamaba ‘El Virrey que yo amé’  (que no podía ver por cable porque era criollo y no le tocaban esos canales)… pos no se veían otros gastos.

Y en una de ésas, un sábado que estaba Pendencia sacando la última charola de sopes rojos con pollo vió cómo Crisóstomo, uno de los monaguillos, agarraba el cajón donde se ponía la feria de los que entraban al buffet y arreaba con él hacia atrás de la iglesia, y pensó ‘escuincle jijo de Santa Claus… ¡se está carranceando los fondos del bronche!... ah no… sobre de mi “caláver” que se los lleva’… y que se arranca a correr detrás del chamaco.

Como el chavo corría más rápido Pendencia se detuvo, tomó una piedra de las muchas que había en el jardín (una redonda como de río), levantó un dedo para medir el viento y con un brazo digno de cualquier jardinero de grandes ligas le tiró la piedra al monaguillo con tan buen tino que le pegó en la merititita maceta, justo antes de que pudiera dar vuelta a la esquina de la sacristía para ir a la parte de atrás, donde estaban las trojes y el almacén… el pobre muchacho nomás levantó las chanclas y fue a dar al piso de puro hocico…

Pendencia corrió y llegó donde el monaguillo estaba tirado sobándose la cabeza con la túnica llena de sangre, lo agarró de los pelos y le pegó cuatro cocos mientras le decía ‘chacho jijo de la ch… a dónde (coco) te llevas (coco) la lana (coco) del bronche (coco)? El pobre niño –que tendría 11 años, pero que conocía la fama de la Sor- le dijo ‘no me mate Sor… no me mate me cai… le juro que nomás iba aquí atrasito’… ‘sí cómo no’ le dijo Pendencia… ‘lo mismito le dijo mi papaíto a mi mamá, y ¿de dónde crees que salí yo?... pero ‘ora vas a ver’…estaba a punto de pegarle otro par de coscorrones cuando llegó el Sr. Cura espantado… ‘¡Sor Pendencia!... ¡Sor Pendencia, por piedad!... no vaya Vd. a lesionar más al buen Crisóstomo, que no ha hecho nada malo!’… ‘¿Cómo que “nada malo”?... ¡si nomás se está llevando la lana del bronche!... pero es que le juro que ‘orita le aplico un correctivo!’ decía Pendencia mientras zarandeaba al monaguillo como si fuera sonaja… ‘No no no no no… ¡pérese Sor!... ¡por favor pérese tantito!’ le decía el Sr. Cura Hidalgo… ‘es que yo le dije que se llevara la caja para allá’…

Pendencia se quedó helada… y terminó de montar en cólera… ‘¡ah!... ¿osea que resulta que está Vd. cepillándose la feria en vez de comprarme un horno de inducción para no tardarme haciendo pan?... ¡’orita va a ver su mercé… madre le va a faltar ‘pa que se la rompa!’...  dijo avanzando hacia el cura recogiéndose las mangas del hábito… ‘¡No, no Sor Pendencia!... déjeme que le explique por Dios! dijo el Cura mientras el monaguillo agarraba a Pendencia del hábito para que no lo alcanzara… ‘de verdad Sor Pendencia… déjeme que le explique’…

Controlando el acceso de furia, Pendencia dijo ‘está bueno… explíqueme su mercé, pero que “costen” que onde no me guste la explicación va usté pidiéndole clemencia a Dios y a San Grabiel, porque nomás van a encontrar pedazos de su mercé repartidos por aquí’… El cura se estaba arreglando el pasacuellos y alisándose el poco pelo que tenía… ‘está bien, pero prométame que no le va a decir a nadie’… ‘sí –contestó ella- no le voy a decir a nadie, pero me explica o al Crisóstomo y a Vd. los dejo como chamarra tamaulipeca’.

El Sr. Cura Hidalgo agarró a Pendencia de la mano y le dijo al monaguillo que vigilara que no los vieran, y se la llevó para atrás de la iglesia –cosa que a Pendencia no le gustó, así que se agachó y agarró otra piedra por si las moscas- y cuando el Crisóstomo le hizo señas al Sr. Cura Hidalgo de que no había tos, el cura sacó una llave de debajo de la pechera, se metió hasta el fondo de la la troje y destapó una puerta que estaba cubierta de forraje, que –por supuesto- Pendencia no había visto nunca… Hidalgo abrió la puerta, le dijo a Pendencia que entrara y bajara por la escalera, entró él y cerró la puerta por detrás… se oyeron unos pasos arriba cuando el Crisóstomo echó forraje encima de la puerta y se fué a seguir echando ojo…

Pendencia no lo podía creer… en una sala había un cofre lleno de pesos de oro, y también habían rifles, machetes, pistolas, cajas de balas… osea pues… un arsenalcito… también había un corazón tallado en una de las vigas de madera de los lados que decía “Pantaleón y Todas”… Pendencia al leerlo se dijo a sí misma ‘mira qué nombre tan feo… ¿quién será la que se llama “Todas” aquí en Dolores?... segurito es su segundo nombre’… pero se sacó el asunto de la cabeza, volteó a ver al Sr. Cura con cara de “no chingues”y le dijo ‘ya no mire tanta tele su mercé… le dije que el “terminetor” ese es de mentiras, ya ni la chinga… ‘ora dígame… ¿qué hace todo este mugrero aquí?’…

El Sr. Cura Hidalgo la miró y le dijo ‘Sor Pendencia… agárrese porque ‘ai le va la mera neta… estas son unas de las armas que estamos juntando para destronar al Virrey que nos tiene jodidos… tenemos más en Querétaro en casa de La Corregidora y las estamos comprando con lo que sacamos del brunch… ¿cómo la ve?’... Pendencia se lo quedó mirando y contestó: ‘pos’… le dijo ella con cara de muy pocos amigos…  ‘la mera verdad es que le voy a agradecer a su mercé que primero me diga qué es destronar, y luego le digo cómo la veo, porque así tan en caliente no tengo ni la más papalotera idea de lo que me está Vd. hablando,  me cae’…

CONTINUARÁ

jueves, septiembre 16

La India Pendencia parte II. La llama.

Los días pasaban para Pendencia cocinando en la Parroquia… salsas, carnes, pescados, chilaquiles, albóndigas, chongos, capirotada y café de olla e infusiones varias… platos y postres iban y venían… su cocina se hizo famosa y el Cura Don Miguelito –aprovechadote como siempre- empezó a invitar a cenar agente importante, personalidades del espectáculo y jugadores de squash famosos… se dice que el mismísimo Harry Houdini se refinó cuatro platos de romeritos con camarón y luego hizo una demostración de escapismo impresionante cuando después de decir que la cocinera se merecía todo su respeto y quizás le propusiera matrimonio tuvo que saltar de la silla para esquivar el cuchillo cebollero que salió de la puerta de la cocina.

Sin embargo, no eran los amigotes del Cura los que llamaban la atención de Pendencia… luego de algunos meses, Don Miguelito empezó a ausentarse seguido para ir a unas reuniones ahí medio raras… y después una tarde –mientras ella cocinaba frijol con puerco yucateco- entró en la cocina diciendo: ‘Sor Pendencia, póngase la del Puebla y hágase unos platos de memelas con chipotle o algo porque unos amigos van a venir a una Academia Literaria que vamos a tener aquí en la Parroquia el próximo viernes’.

‘Academia literaria mis trenzas, qué’ pensó Pendencia… ‘¿cómo va a ser?... ¡si el Sr. Cura no lee más que el ‘Sensacional de Luchas’ y el ‘Capulinita’!… estos pinches lacras segurito son una bola de gorrones que ya agarraron maje para cenar gratis… total, como el presupuesto es de la arquidiócesis…’. Sin embargo, Pendencia se esmeró para ofrecer lo mejorcito de su arte a los amigos del Sr. Cura Don Miguelito cuyo nombre completo –por cierto- era Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor, háganme Uds. el favor.

El caso es que finalmente llegó el viernes, y también llegaron a la Parroquia los invitados… Pendencia diría después en una entrevista concedida al New York Times que no recordaba a todos por su nombre, pero que principalmente se acordaba de unos tales señores Abasolo, Allende, Aldama, Arias y Araujo (auto-denominados “The A Team”, y que luego vendieran al nombre a la CBS para una serie de televisión), y un señor muy chistoso que se llamaba Don Miguel Domínguez y al que le decían " El Corregidor".

También llegaron algunos militares, abogados, industriales, comerciantes, un cura, y –haciéndose notar porque llegó en un carruaje deportivo jalado por ocho caballos y conducido por un negro bien mamey vestido únicamente con botas, puños de camisa, gazné y tanga de leopardo- la Señora esposa del corregidor Domínguez, Doña Josefa, a quien llamaban "La Corregidora" no por el cargo de su marido (Corregidor de la Ciudad de Querétaro) sino porque era peor que una patada en la espinilla… dicen que no dudaba en recetarle un soplamocos doble a cualquier avispado que -bajo su criterio- tuviera a bien pasarse de rosca con lo que fuera. La leyenda decía que hacía dos años había hecho bajarse del caballo a un General de División en uniforme de gala para surtirle tres bofetadas porque su caballo se había tirado un par de pedos frente al palco del regente –donde ella estaba sentada- durante un desfile militar en Querétaro… desde luego la Señora le cayó bien a Pendencia… era su estilo pues.

La cena empezó con sopa de tortilla acompañada de los necesarios aderezos, luego arroz verde muy picante con crema, después hubo mole negro Oaxaqueño –con un toquecito extra de chocolate y aceite de almendra- con pollo y ajonjolí, y frijoles charros… todo convenientemente complementado con tortillas de maíz hechas a mano por la pinche de Pendencia. El postre fue pan de limón con azúcar quemada y chongos zamoranos con canela. Para cerrar hubo café de olla con mucho piloncillo o infusión de manzanilla y menta.

No se pretende insultar a Pendencia llamándola pinche, sino aclarar que a estas alturas tenía una pinche, que es la denominación común para un o una ayudante en la cocina… el pinche es al cocinero lo que el “secretario particular” a los políticos modernos, con la diferencia de que los pinches (y los cocineros) SIEMPRE saben qué es lo que están haciendo, y no como los políticos y sus secretarios, que pasan más o menos el 77% de su tiempo intentando sacarse los mocos con los codos, y el otro 23 están dormidos –fuente estadística, INEGI- (n. del a.)

Y luego de cenar, el Sr. Cura mandó traer unos vinitos de consagrar, unos camotes traídos de Puebla y unos canapés hechos por Pendencia (que luego cedería la receta a ‘El Globo’) para platicar, y no vean… la fiestecita empezó a subir de tono luego de las primeras 14 botellas, y se la pasaron toda la noche jugando maratón, pero de prendas. Para cuando los señores estaban en mameluco y La Corregidora en enagua y corpiño, le tocó a ella quitarse los zapatos y las medias porque no había podido contestar la pregunta que le hizo Allende sobre La Rebelión del Ron en nueva Gales, (tema en boga en aquellos años porque eso de pelearse por unos chupes no era bien visto en “zoociedad”), y realmente la cosa prometía ponerse buena.

Sin embargo, cuando La Corregidora se estaba quitando el zapato izquierdo, Allende le dijo a Aldama ‘no manches… mira brother… qué bonitos pies que tiene La Corregidora, ¿no?’… ella lo escuchó y le lanzó el zapato que le pegó en plena cara y le tiró el Bailey’s mientras se quitaba el otro zapato y se levantaba para ir a pegarle con él un par de mamporros al tal Allende, pero no llegó porque su marido y el Sr. Cura Hidalgo la detuvieron –no sin dificultad, porque La Corregidora había jugado de linebacker en la liga amateur femenil de futbol americano de Querétaro- mientras el primero le decía en son de broma y entre risa y risa ‘no mi alma… no mi vida…pérate mi cielo… no vayas a matar al Lic., dale chance me cae… ya ves que así son estos criollos’.

Con esto último, todos soltaron la carcajada por la broma referida al trato diferencial, arribista y bastante discriminatorio que daban los “Españoles auténticos” a los Criollos (del portugués crioulo, y éste de criar) que es un término utilizado durante la época de la colonia para designar al habitante nacido en América que descendía de padres europeos o de origen europeo.

Sin embargo, uno de los abogados (un Licenciado Parra) escuchó aquello de ‘criollo’ y, como traía 12 o 14 entradas de Absolut con jugo de uva (vulgo ‘moradito’), se sintió como ofendido y empezó a hablar de que como era criollo le decían ‘español de segunda’, y de que como no era nacido en la Madre Patria no le daban buenos trabajos, ni buen sueldo, de que nada más podía tener a 17 de servidumbre y no a 42, de que él pagaba impuestos, pero esos impuestos no se veían aquí, sino que iban a dar a España, que –por cierto- necesitaba la lana porque en aquellos años estaba intentando salir de una crisis económica fuerte y en plena guerra de independencia contra los franchutes.

El Lic. se quejó amargamente de que no le vendían chorizo ni butifarra importados y no tenía derecho más que a medio kilo de morcilla a la semana, que si los huevos que podía comprar como criollo para las tortillas no eran de los mejores, que si él nomás tenía cablevisión de 40 canales y no podía ver el animal planet… vamos, el hombre se quejaba incluso de que el papel de baño de los españoles sí era papel, mientras el suyo era más bien como zacate, y a resultas de eso sentía “colosales” (que significa sentir como que “sales en la cola” por el uso continuado de zacate para asegurar la limpieza de salva sea la parte)… total, que después de como 10 minutos de rollo, empezó a decir que “esto es inaguantable y es contra la Convención de Ginebra (como nadie sabía de tal convención, los invitados pensaron que se trataría de una reunión de destiladores)… habría que levantarse en armas y destronar al Virrey, que tiene a esta Colonia sumida en el desorden, la injusticia y el caos”…

Como nadie estaba muy seguro de a cuál convención se refería el Lic. Parra, y tampoco de lo que significaba “destronar”, hubo varias caras de ‘masinembargo’ y el Sr. Cura Hidalgo –que estaba en calcetas, calzones largos, camiseta, pechera y pasacuellos mientras se tomaba un Martini- le dijo al abogado como queriendo apaciguar la cosa ‘sí ca’n, tienes razón, neta… y me cae que no te preocupes we’… neta que mañana nos levantamos y destronamos al Virrey ese, pero síguele jugando porque te toca, y ya no chupes tanto ¿eh?’

Mientras todo esto pasaba, Pendencia iba a ratos al salón de la Parroquia a recoger los platitos, las tazas de té y las copas… el Teniente Baca se la quedó mirando en una de ésas con cara de “quihúboles”, y pendencia le devolvió una mirada furiosa mientras le mostraba un corcho de botella que traía en la mano al que le estaba dando vueltas como de tornillo, con lo que el Teniente -entendiendo el mensaje- hizo que veía para otro lado y mejor se regresó a la jugada de maratón.

Y mientras iba y venía, Pendencia escuchaba y escuchaba y se decía a sí misma… ‘¡coño!... osea que todo el rollo de que nos train jodidos no nomás es con nosotros, sino que a éstos también los train jodidos sus paisanos que vienen de España… me cae que a este paso va a haber chingadazos, neta’… porque a Pendencia se la habían hecho alguna vez tres soldados españoles que le habían ‘pasado báscula’ afuera de la Parroquia, y -con el pretexto de ver si no llevaba algún arma bajo el hábito- además de pasarle báscula pos aprovecharon y le metieron mano… ‘no os preocupéis, madre, que no os haremos daño siempre y cuando vos accedáis a permitirnos algún roce que –vive Dios- no tiene ninguna mala intención’… a lo que ella contestó ‘no, no me preocupo… rozad lo que queráis pero preocuparos vosotros, porque ahora mismo os voy a dejar como arsantocristo, y os voy partir vuestras madres’… en la trifulca que siguió, le abrió el hocico de un trompón a uno de ellos, le fracturó un pómulo al otro, y un tercero tuvo que ir a conseguir unos hielos para aliviasre del tremendo dolor resultante de la patada que -con maestría, hay que decirlo- le plantó Pendencia en las partes pudendas.

De forma que los españoles no eran precisamente del agrado de Pendencia… incluso había sabido de pleitos con ellos por semillas, habían maltratado a su familia y se decía que le habían dado cuello a los dos hijos del jefe de los Mazahua porque se habían metido en la cantina de Dolores, y como el lugar sólo estaba reservado para españoles, pos la prendieron a balazos con ellos, y les metieron tantas balas en el cuerpo que agarraron una intoxicación por plomo que tuvo resultados tan fatales que de hecho se murieron ambos.

Después de escuchar todo eso, Pendencia comprendió que la cosa era más canija de lo que parecía y con todo el asunto se puso un poco más furiosa de lo normal… la llama acababa de encender…

CONTINUARÁ

miércoles, septiembre 15

La India Pendencia parte I. Los orígenes.

Pendencia De La Concepción Rico Ruiz vivía en Dolores Hidalgo a finales del siglo XVIII. Según consta en actas, la cosa fue así:

«El veintitrés de septiembre del año del Señor de mil setecientos ochenta y cinco, con licencia del Sr. Dr. y Mtro. D. Juan Ignacio de la Rocha, cura propietario de esta Santa Iglesia, Yo el Sr. D. Ignacio de Zupia, Bapticé a una infante que nació el dieciséis del presente mes, púsele por nombres  Pendencia De La Concepción Rico Ruiz, hija lexítima de lexítimo matrimonio del Sr. D. Espiridión Rico, campesino de esta ciudad y de Da. Eufrosina Ruiz; fue su padrino el Dr. D. Francisco González, Médico de Dolores. Firman Dr. y Mtro. Juan Ignacio de la Rocha y D. Ignacio de Zubia [Rúbricas].»

(n. del a.) El Sr. D. Ignacio de Zubia, Notario local de entonces, escribió años después en sus memorias tituladas “Los Libros y Yo, memorias de un Notario de Dolores”, (Nalgador Sobo Ediciones, vigésimo segunda edición © 2009) el siguiente texto: “respecto a la pobre Pendencia, aclaro aquí que no he sido yo responsable de tan tremendo patronímico, y que me parece un insulto fuera de toda decencia llamar a alguien usando semejante expresión, pero dado que era la voluntad de los progenitores por la Gracia de Dios, no me quedó más que apechugar y omitir mis opiniones, aunque no deseo ser recordado por tener la poca madre de haber puesto ese nombre a tan hermosa niña”

El nombre se debió a que el día que ella nació su papá llegó de trabajar directo a la parroquia a ver a su hija recién nacida. El buen Espiridión hablaba Mazahua y casi nada de castellano –el Mazahua es la lengua de la tribu Mazahua que vivía en la región desde que se llamaba Cocomacán que significa ‘lugar donde se cazan las tórtolas’- y pensó que "pendencia" era el nombre de la matrona que "le había nacido" a su hija –es decir, fue lo único que entendió de toda la frase "señor, su hija está muy bien y está en la dependencia de atrás", que fue lo que le dijeron cuando preguntó dónde podría encontrar a la niña. Osea que la cosa quedó en “Pendencia” en honor a la inexistente matrona, y De La Concepción por aquello del nacimiento… una manera muy autóctona y ciertamente onomatopéyica de rendir homenaje a “la mujer que nace niños”.

Pendencia tuvo una infancia y una vida normales para aquellos tiempos... a  los 12 era una muchacha bajita y de cara dura pero hermosa y el cuerpo torneado por el trabajo diario, el cabello negro comprimido en dos gruesas trenzas larguísimas adornadas con listones de colores, la piel de cobre y un par de ojazos de obsidiana de mirada casi mortal... en días normales solía vestirse con una blusa blanca de algodón con bordados en el pecho, una falda larga negra o café obscuro, y unas sandalias.

Tenía además un genio tal que casi concedía deseos... ya muy chica le tiraba piedras a los muchachos que la molestaban con excelente puntería, y una vez le tiró tres dientes y le rompió la nariz a un pelafustán fuereño que -sin saber en lo que se metía- se atrevió a decirle "mi alma" en el mercado.

El asunto estuvo así: Al pasar entre un puesto de aguacates y uno de piloncillos, Pendencia escuchó el piropo que le lanzó el desafortunado, se detuvo, peló los ojos, se dió la vuelta, centró al tipejo con la mirada, y con un revés que hubiera hecho morirse de envidia a María Sharapova en una final de Wimbledon le estampó al imprudente la canasta llena con el mandado en plena mandíbula, tirándole los dientes... ella siempre dijo que la nariz se la rompió él mismo cuando se cayó al suelo, pero algunos dijeron que Pendencia había dejado la canasta en el suelo, asumido la posición de una experta en jiu-jitsu (que aprendió por correspondencia) y al mejor estilo “joligud” le había recetado un patín de órdago entre ceja, oreja y madre… la lengua popular cuenta que después de tremenda exhibición, ella le dijo “ándele su mercé… vuélvamelo a decir”… el incidente es sólo una de varias "desavenencias" de las que la hicieron famosa.

La combinación "temperamento + jiu-jitsu" hizo que, a pesar de ser muy atractiva, Pendencia no fuera precisamente la muchacha más cortejada del pueblo... eran pocos los que se atrevían a intentarlo por miedo a las lesiones (el IMSS no existía en aquellos tiempos, y no había seguros de gastos médicos mayores)... tan pocos eran los pretendientes que a los 17 años seguía soltera. No parecía importarle, pero en secreto Pendencia estaba hasta las manitas por Lamberto, un buen mozo que además era trabajador y decente y que, aunque se fijó en ella -como todos los jóvenes del lugar- creyó conveniente evitarse el temperamento de enano de blanca nieves con síndrome premenstrual y se decidió por Margarita la hija del tendero, que si bien no era tan guapa y tan entendida, sí tenía un carácter bastante más suave.

Como no había "cortejadores" suficientemente valientes para aguantar vara, Pendencia buscaba qué hacer en sus ratos libres y así se acercó a las monjas de la orden de las Hermanas ‘Sisters Of The Soul’ que tenían un convento-fonda-jardín-hortaliza-spa-boutique en la localidad. Allí aprendió a leer y a escribir, y encontró que ambas actividades eran maravillosas... leer le permitía "ver" lugares que estaban más allá de los cerros y al otro lado del río, y escribir la dejaba poner lo que pensaba en papel y guardarlo... podía guardar lo que escribía y tenerlo para ella... y leerlo de nuevo, una y otra vez.

Al paso del tiempo y dada la falta de pretendientes, por recomendación y con autorización (más bien por resignación) de sus padres, Pendencia pasó a formar parte de la alineación titular de las ‘Sisters Of The Soul’ como “novicia delantera”, es decir, además de la oración se ocupaba de algunas tareas domésticas, en la huerta y en la sacristía, pero su tarea principal era cocinar, arte que dominaba con maestría… lo de “novicia delantera” era porque como los delanteros en el futbol, se hacía guey en casi todo pero metía goles a la mera hora (con los platillos que salían de la cocina). Pendencia encontró que la vida religiosa no era lo suyo, pero como podía leer y escribir en sus ratos libres sin tener que aguantar comentarios de la gente –sobre todo porque había voto de silencio- y sin tener que recurrir a la violencia para apaciguar a alguien, se sentía a gusto.

En aquellos años ya había en el aire un espíritu de pleito... los locales no querían seguir rindiéndole cuentas a los españoles por elementos gachos y porque decían que los criollos eran “ciudadanos de segunda”, y entre los naturales del lugar nadie estaba a gusto con el teatrito porque después de tantos años ya la cosa los tenía a todos un poco hasta el yoyo… cosas de las conquistas mal administradas, les llaman.

Para entonces, Pendencia cocinaba en la Parroquia del pueblo a petición del párroco Don Juan Ignacio de la Rocha (apodado “Juanete” por los amigos), y ahí conoció a un tal Cura Miguel Hidalgo que venía cada tres domingos a dar misa desde el Colegio de San Nicolás Obispo, sito en Valladolid (hoy Morelia) donde daba clases de latín, derecho sacerdotal, teología y computación... aunque la realidad es que venía porque se llevaba de cuartos con el Juanete… les gustaba jugar póquer, dominó y albures y los domingos que Miguelito venía agarraban unas trancas olímpicas después de misa entre comida cocinada por Pendencia y tragos de vino de consagrar con coca cola.

Un día el querido Juanete se cayó de su caballo deportivo por andar queriendo caracolear como charro profesional y quedó tan mal que ya no pudo regresar a ejercer su Sagrado Ministerio. Por esto y a petición de la Arquidiócesis local (y en realidad por falta de personal calificado), Don Miguel pasó de Catedrático del Colegio a Párroco. Pudo haberse quedado en San Diego de la Unión más cerca de las ciudades importantes, pero se mudó a Dolores por varias razones: el alojamiento estaba mejor, la comida de Pendencia era una maravilla, las ‘Sisters Of The Soul’ tenían una sala de hidroterapia de lo más avanzada y en la parroquia había cancha de squash (deporte que estaba ganando adeptos por doquier, y al que el cura se había aficionado).

Recién había llegado a la Parroquia, fue un día Don Miguelito a la cocina siguiendo el aroma maravilloso de pollo con mole verde y ahí estaba Pendencia sudando la gota gorda limpiado frijoles… el padre le preguntó con mucha familiaridad ‘buenas tardes… ¿qué hace que huele tan rico, sor Pendencita?’ ella lo miró como si le fuera a disparar con los ojos y le contestó ‘mire su ilustre mercé, yo le puedo cocinar todo lo que quiera, y le agradezco que me diga que huelo bien, pero si me vuelve a decir “Pendencita” le rompo su madre’… el Cura se quedó frío y a partir de ahí era nada más “Sor Pendencia”, aunque a escondidas la llamaba “La Capitana Pendencia”… también desde entonces empezó Miguelito a llevar un sombrero duro para protegerse de algún objeto volador que pudiera salir de la cocina, lo que le causó una calvicie prematura que todavía hoy se puede ver en los retratos y murales que hay de él.
Tal era el humor y el temperamento de Pendencia en aquellos años en que la rebelión se sentía en la atmósfera.

CONTINUARÁ

martes, septiembre 7

Radioelcamelloreloaded 3.5.1.78

Pues sí...

¿Una versión "reloaded" tan pronto?...

Es que resulta que hoy (no... ayer... es que la diferencia de horarios es un brete) recibí un correo en donde me decían que siguen este blog y que no podían hacer comentarios... y de nuevo me lo dije "me lleva la chingada... esto es imposible"...

Desde luego que por supuesto que para habilitar los comentarios tuve que entrarle con fé, y perder como cinco años en averiguar cómo coño es que se hace eso. Está claro que la fórmula matemática "Tecnología + Nalgador" es igual a cero... qué secuencia de Fibonacci, números primos ni qué un carajo... C-E-R-O. Punto.

Pero ya están... quemé unos cuantos miles de calorías, me inutilicé un montón de neuronas, sudé y menté madres, pero ya están... ahora sí por favor, quien quiera (y eso sólo si hay alguien ahí que lea esto... que son pocos... muy pocos), agarre y deje justa y exactamente lo que quiera decir. Como dijera Don Andrés Soler, "faltaba más, sobraba menos".

Y pues Jaq, a tí que los pediste te agradezco mucho dos cosas: que leas y que agarres y me digas que qué guey soy... a veces es absolutamente necesario ¿ves?.

Pórtense mal, porque está científicamente demostrado que portarse bien no es divertido.

Nalgador.

domingo, septiembre 5

Se fué, y que retiren su número!!!

Estaba yo muy cómodamente sentado hace unos días en la sala de mi casa cuando leí que Germán Dehesa acababa de morir... 'me lleva la chingada", pensé...

Ustedes no lo saben, pero una temporada me escribí con Germán... estaba (uf... todavía estoy) intentando escribir un libro y le pedí que por favor revisara algunos capítulos. Amablemente (se tomó su tiempo, porque tampoco es que fuera el hombre más desocupado) los revisó, me envió algunos comentarios que me fueron muy valiosos y que al final me ayudaron -incluso me animaron- a seguir escribiendo el libro... no sé si cuando termine me atreveré a pedirle a alguien que lo lea y me diga si lo ve como para publicarlo, pero la verdad es que eso es lo de menos ahora mismo... lo que es "de más" hoy es que Germán Dehesa, ése señor flaco, calvo, de lentes, de hablar bajito y de mirada de curiosidad agarró y se murió.

Y quien diga que eso no es una tragedia está majareta. Germán fué escritor, periodista y persona... además fué curioso, medio alquimista y actor... era un tipo que tenía un don maravilloso, y ese don era que siempre dejaba algo... siempre tenía una palabra, un comentario, una sonrisa, un algo que te regalaba y que te ayudaba a aprender, que te dana una perspectiva distinta de las cosas. Dueño de una cultura increíblemente extensa, tenía un estilo de inconfundible que hizo a miles y miles morirse de la risa al tiempo que reflexionar sobre todas y cada una de las cosas que escribió... eso era... Germán simplemente dejaba una parte de sí mismo en casa artículo, en cada libro... en cada letra que salió de su mano hay un poco de su ADN... siempre dejaba algo. La prueba irrefutable de que es así es su frase aquella de 'somos lo que leemos'... además de escribir, Germán leyó, leyó y leyó... y por éso fué quien fué. Hasta con éso nos dejó una enseñanza inmensa... pocas cosas podía uno platicarle de las que no tuviera alguna idea... era increíble. Al final, el cáncer se lo llevó aunque el querido Germán intentó andar de puntitas para escapársele...

Y no contento con llevárselo, el pinche ojete del Sr. Cáncer nos dejó un vacío en la lista de los grandes que va a ser imposible llenar... es más... si (como en los deportes) hubieran números y posiciones para los grandes de las disciplinas no deportivas, yo sería el primero en pedir que se retirara su número y que no se usara más como forma de respeto a su grandeza (digo... si lo hicieron con Michale Jordan en la NBA)... sería el primero en pedir que nunca más hubiera una camiseta que dijera "Germán Dehesa" en la espalda... Y sería el primero en pedir que no sólo se le homenajeara en la Ciudad de México (Marcelo, no entiendo qué haces queriendo organizar un homenaje, si con trabajos sabes leer), sino en el país entero, y sería el primero en pedir que se haga justicia de la buena y se dé su nombre a una biblioteca o a una calle o a algo que haga a los niños dentro de algunos años preguntar "oye apá... ¿quién era Germán Dehesa?"... que se ponga su nombre junto a los de los "hombres ilustres", porque Germán simplemente se ganó a pulso el derecho de ser llamado así... era un hombre ilustre.

Desde aquí pido por favor que nadie se atreva a intentar ocupar un lugar en la historia que le pertenece a este Señor, que por lo menos a mí me llenó el corazón de tantas cosas que no tengo más que agradecimiento sincero. Que nadie se piense capaz de repetir lo que él hizo, y que nadie se crea lo suficientemente preparado para continuar lo que él dejó, porque para eso se necesitaría mucho más que saber y hacer todo lo que Germán sabía y hacía... se necesita ser todo lo persona que Germán fué, y eso está -por lo menos- bien cabrón.

Que retiren su número... yo soy el primero en pedirlo...

A modo de despedida, y como lo escribí en algún otro sitio (con alguna variación): Germán, chinga a tu madre por morirte, porque tu muerte significa que para empezar no voy a tener Gaceta del Ángel, que era una de las cosas que más me hacía sentir cerca de mi país (vivo cerca de casa de la chingada) y para terminar significa que desde hoy y para siempre ya no voy a aprender de la misma forma que lo hacía leyéndote a tí.

Pero que conste que la mentada es sobre todo porque me incomoda... me escuece... me pica... me molesta... me irrita... vamos... me encabrona que gente tan valiosa como tú se muera cuando mi país está que se lo lleva el carajo porque hay ahí cierta cantidad de hijos de la gran chingada que no nada más le siguen dando en la madre, sino que además siguen vivos... y seguramente hasta están muy saludables... ¿qué coño de injusticia es ésta?...

Se los dejo pues. Y si alguien de la familia de Germán lee esto, quiero de antemano dejar claro que -independientemente de la mentada, que es una mentada en toda regla- yo a Germán lo admiro y lo admiraré siempre. Envidia de la buena me dan ustedes que pudieron disfrutar de semejante personaje "en vivo". Un abrazo inmenso y mis oraciones por él que ya no está, pero también por ustedes que se quedan.

'Ai la ven.

Nalgador