jueves, septiembre 16

La India Pendencia parte II. La llama.

Los días pasaban para Pendencia cocinando en la Parroquia… salsas, carnes, pescados, chilaquiles, albóndigas, chongos, capirotada y café de olla e infusiones varias… platos y postres iban y venían… su cocina se hizo famosa y el Cura Don Miguelito –aprovechadote como siempre- empezó a invitar a cenar agente importante, personalidades del espectáculo y jugadores de squash famosos… se dice que el mismísimo Harry Houdini se refinó cuatro platos de romeritos con camarón y luego hizo una demostración de escapismo impresionante cuando después de decir que la cocinera se merecía todo su respeto y quizás le propusiera matrimonio tuvo que saltar de la silla para esquivar el cuchillo cebollero que salió de la puerta de la cocina.

Sin embargo, no eran los amigotes del Cura los que llamaban la atención de Pendencia… luego de algunos meses, Don Miguelito empezó a ausentarse seguido para ir a unas reuniones ahí medio raras… y después una tarde –mientras ella cocinaba frijol con puerco yucateco- entró en la cocina diciendo: ‘Sor Pendencia, póngase la del Puebla y hágase unos platos de memelas con chipotle o algo porque unos amigos van a venir a una Academia Literaria que vamos a tener aquí en la Parroquia el próximo viernes’.

‘Academia literaria mis trenzas, qué’ pensó Pendencia… ‘¿cómo va a ser?... ¡si el Sr. Cura no lee más que el ‘Sensacional de Luchas’ y el ‘Capulinita’!… estos pinches lacras segurito son una bola de gorrones que ya agarraron maje para cenar gratis… total, como el presupuesto es de la arquidiócesis…’. Sin embargo, Pendencia se esmeró para ofrecer lo mejorcito de su arte a los amigos del Sr. Cura Don Miguelito cuyo nombre completo –por cierto- era Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor, háganme Uds. el favor.

El caso es que finalmente llegó el viernes, y también llegaron a la Parroquia los invitados… Pendencia diría después en una entrevista concedida al New York Times que no recordaba a todos por su nombre, pero que principalmente se acordaba de unos tales señores Abasolo, Allende, Aldama, Arias y Araujo (auto-denominados “The A Team”, y que luego vendieran al nombre a la CBS para una serie de televisión), y un señor muy chistoso que se llamaba Don Miguel Domínguez y al que le decían " El Corregidor".

También llegaron algunos militares, abogados, industriales, comerciantes, un cura, y –haciéndose notar porque llegó en un carruaje deportivo jalado por ocho caballos y conducido por un negro bien mamey vestido únicamente con botas, puños de camisa, gazné y tanga de leopardo- la Señora esposa del corregidor Domínguez, Doña Josefa, a quien llamaban "La Corregidora" no por el cargo de su marido (Corregidor de la Ciudad de Querétaro) sino porque era peor que una patada en la espinilla… dicen que no dudaba en recetarle un soplamocos doble a cualquier avispado que -bajo su criterio- tuviera a bien pasarse de rosca con lo que fuera. La leyenda decía que hacía dos años había hecho bajarse del caballo a un General de División en uniforme de gala para surtirle tres bofetadas porque su caballo se había tirado un par de pedos frente al palco del regente –donde ella estaba sentada- durante un desfile militar en Querétaro… desde luego la Señora le cayó bien a Pendencia… era su estilo pues.

La cena empezó con sopa de tortilla acompañada de los necesarios aderezos, luego arroz verde muy picante con crema, después hubo mole negro Oaxaqueño –con un toquecito extra de chocolate y aceite de almendra- con pollo y ajonjolí, y frijoles charros… todo convenientemente complementado con tortillas de maíz hechas a mano por la pinche de Pendencia. El postre fue pan de limón con azúcar quemada y chongos zamoranos con canela. Para cerrar hubo café de olla con mucho piloncillo o infusión de manzanilla y menta.

No se pretende insultar a Pendencia llamándola pinche, sino aclarar que a estas alturas tenía una pinche, que es la denominación común para un o una ayudante en la cocina… el pinche es al cocinero lo que el “secretario particular” a los políticos modernos, con la diferencia de que los pinches (y los cocineros) SIEMPRE saben qué es lo que están haciendo, y no como los políticos y sus secretarios, que pasan más o menos el 77% de su tiempo intentando sacarse los mocos con los codos, y el otro 23 están dormidos –fuente estadística, INEGI- (n. del a.)

Y luego de cenar, el Sr. Cura mandó traer unos vinitos de consagrar, unos camotes traídos de Puebla y unos canapés hechos por Pendencia (que luego cedería la receta a ‘El Globo’) para platicar, y no vean… la fiestecita empezó a subir de tono luego de las primeras 14 botellas, y se la pasaron toda la noche jugando maratón, pero de prendas. Para cuando los señores estaban en mameluco y La Corregidora en enagua y corpiño, le tocó a ella quitarse los zapatos y las medias porque no había podido contestar la pregunta que le hizo Allende sobre La Rebelión del Ron en nueva Gales, (tema en boga en aquellos años porque eso de pelearse por unos chupes no era bien visto en “zoociedad”), y realmente la cosa prometía ponerse buena.

Sin embargo, cuando La Corregidora se estaba quitando el zapato izquierdo, Allende le dijo a Aldama ‘no manches… mira brother… qué bonitos pies que tiene La Corregidora, ¿no?’… ella lo escuchó y le lanzó el zapato que le pegó en plena cara y le tiró el Bailey’s mientras se quitaba el otro zapato y se levantaba para ir a pegarle con él un par de mamporros al tal Allende, pero no llegó porque su marido y el Sr. Cura Hidalgo la detuvieron –no sin dificultad, porque La Corregidora había jugado de linebacker en la liga amateur femenil de futbol americano de Querétaro- mientras el primero le decía en son de broma y entre risa y risa ‘no mi alma… no mi vida…pérate mi cielo… no vayas a matar al Lic., dale chance me cae… ya ves que así son estos criollos’.

Con esto último, todos soltaron la carcajada por la broma referida al trato diferencial, arribista y bastante discriminatorio que daban los “Españoles auténticos” a los Criollos (del portugués crioulo, y éste de criar) que es un término utilizado durante la época de la colonia para designar al habitante nacido en América que descendía de padres europeos o de origen europeo.

Sin embargo, uno de los abogados (un Licenciado Parra) escuchó aquello de ‘criollo’ y, como traía 12 o 14 entradas de Absolut con jugo de uva (vulgo ‘moradito’), se sintió como ofendido y empezó a hablar de que como era criollo le decían ‘español de segunda’, y de que como no era nacido en la Madre Patria no le daban buenos trabajos, ni buen sueldo, de que nada más podía tener a 17 de servidumbre y no a 42, de que él pagaba impuestos, pero esos impuestos no se veían aquí, sino que iban a dar a España, que –por cierto- necesitaba la lana porque en aquellos años estaba intentando salir de una crisis económica fuerte y en plena guerra de independencia contra los franchutes.

El Lic. se quejó amargamente de que no le vendían chorizo ni butifarra importados y no tenía derecho más que a medio kilo de morcilla a la semana, que si los huevos que podía comprar como criollo para las tortillas no eran de los mejores, que si él nomás tenía cablevisión de 40 canales y no podía ver el animal planet… vamos, el hombre se quejaba incluso de que el papel de baño de los españoles sí era papel, mientras el suyo era más bien como zacate, y a resultas de eso sentía “colosales” (que significa sentir como que “sales en la cola” por el uso continuado de zacate para asegurar la limpieza de salva sea la parte)… total, que después de como 10 minutos de rollo, empezó a decir que “esto es inaguantable y es contra la Convención de Ginebra (como nadie sabía de tal convención, los invitados pensaron que se trataría de una reunión de destiladores)… habría que levantarse en armas y destronar al Virrey, que tiene a esta Colonia sumida en el desorden, la injusticia y el caos”…

Como nadie estaba muy seguro de a cuál convención se refería el Lic. Parra, y tampoco de lo que significaba “destronar”, hubo varias caras de ‘masinembargo’ y el Sr. Cura Hidalgo –que estaba en calcetas, calzones largos, camiseta, pechera y pasacuellos mientras se tomaba un Martini- le dijo al abogado como queriendo apaciguar la cosa ‘sí ca’n, tienes razón, neta… y me cae que no te preocupes we’… neta que mañana nos levantamos y destronamos al Virrey ese, pero síguele jugando porque te toca, y ya no chupes tanto ¿eh?’

Mientras todo esto pasaba, Pendencia iba a ratos al salón de la Parroquia a recoger los platitos, las tazas de té y las copas… el Teniente Baca se la quedó mirando en una de ésas con cara de “quihúboles”, y pendencia le devolvió una mirada furiosa mientras le mostraba un corcho de botella que traía en la mano al que le estaba dando vueltas como de tornillo, con lo que el Teniente -entendiendo el mensaje- hizo que veía para otro lado y mejor se regresó a la jugada de maratón.

Y mientras iba y venía, Pendencia escuchaba y escuchaba y se decía a sí misma… ‘¡coño!... osea que todo el rollo de que nos train jodidos no nomás es con nosotros, sino que a éstos también los train jodidos sus paisanos que vienen de España… me cae que a este paso va a haber chingadazos, neta’… porque a Pendencia se la habían hecho alguna vez tres soldados españoles que le habían ‘pasado báscula’ afuera de la Parroquia, y -con el pretexto de ver si no llevaba algún arma bajo el hábito- además de pasarle báscula pos aprovecharon y le metieron mano… ‘no os preocupéis, madre, que no os haremos daño siempre y cuando vos accedáis a permitirnos algún roce que –vive Dios- no tiene ninguna mala intención’… a lo que ella contestó ‘no, no me preocupo… rozad lo que queráis pero preocuparos vosotros, porque ahora mismo os voy a dejar como arsantocristo, y os voy partir vuestras madres’… en la trifulca que siguió, le abrió el hocico de un trompón a uno de ellos, le fracturó un pómulo al otro, y un tercero tuvo que ir a conseguir unos hielos para aliviasre del tremendo dolor resultante de la patada que -con maestría, hay que decirlo- le plantó Pendencia en las partes pudendas.

De forma que los españoles no eran precisamente del agrado de Pendencia… incluso había sabido de pleitos con ellos por semillas, habían maltratado a su familia y se decía que le habían dado cuello a los dos hijos del jefe de los Mazahua porque se habían metido en la cantina de Dolores, y como el lugar sólo estaba reservado para españoles, pos la prendieron a balazos con ellos, y les metieron tantas balas en el cuerpo que agarraron una intoxicación por plomo que tuvo resultados tan fatales que de hecho se murieron ambos.

Después de escuchar todo eso, Pendencia comprendió que la cosa era más canija de lo que parecía y con todo el asunto se puso un poco más furiosa de lo normal… la llama acababa de encender…

CONTINUARÁ

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