domingo, septiembre 19

La India Pendencia parte III. El descubrimiento.

Después de la ‘Academia literaria’, y también después de recoger el tiradero que dejaron porque luego de que terminaron de jugar maratón organizaron un torneo de luchitas  -que ganó la corregidora luego de hacerle ‘foul’ en la final al Teniente Baca con un rodillazo bien dirigido que lo mandó a la lona- Pendencia volvió a dedicarse a lo suyo, es decir, a cocinar para los invitados del Sr. Cura Hidalgo, que ya la había agarrado de puerquito y le tomó gusto a la costumbre de traer al mismo grupo de francachela para desayunar/comer/cenar bastante más seguido… con resultados desastrosos, por supuesto (dicen que un día La Corregidora, ya en puntos muy briagos, de plano confesó que había sido teibolera en Veracruz en sus años mozos, antes de que Don Miguel la conociera, y Don Miguel confesó al mismo tiempo que cuando iba a la Universidad había tenido sus arrimones con la monja que era la miss de canto).

Y un buen día entró el Sr. Cura Hidalgo a la cocina con su mejor cara -mientras Pendencia y la pinche (que no la pinche Pendencia) hervían Jamaica para hacer agua- se sentó en la mesa grande y dijo en su mejor tono: ‘Sor Pendencia… ¿cómo la ve si organizamos una onda gastronómica chida para juntar lana ‘pa la Parroquia?... ya sabe…Vd. cocina el sabadaba, cobramos la entrada,  y como es Vd. tan buena ‘pal asunto, segurito atascamos el lugar y nos hacemos de una feria ¿no?… algo así como un brunch pero no tan elegantioso ni estirado… ¿le late?’. Pendencia lo miró con cara de asesina y le contestó: ‘¿una onda “grastomónica” y un qué chingados?... ¿qué es eso del bronche?… mire, su santísima mercé… no manche, si no hacemos más que partirnos la madre todo el día para que sus invitados y los gorrones que traen sus invitados se atasquen de cuanta madre y le partan la mandarina a la despensa como si fuera la suya de ellos, ya no se pase de rosca y no ande organizando, me cae…’

El Sr. Cura –como buen Cura… ya saben de qué les hablo- le explicó con elocuencia la nueva costumbre americana del brunch: ‘Mire Sor… le explico… el brunch es un anglicismo que viene de la revoltura de las palabras anglosajonas ‘breakfast’ –desayuno – y ‘lunch’ –que es como “el almuerzo’… osea que es como ‘desayunar tarde’… o más bien como ‘comer temprano’… o bueno… algo así… ¿me entiende?’.

Pendencia puso cara de borrego a medio morir y le dijo: ‘mire su divina mercé, no me quiera ver la cara de su taruga con palabras ‘angorajonas’ de que si ‘brecsfas’ y que si ‘lonche’… en esta Parroquia se desayuna a las 6:00 entre semana, ¿y ‘ora me quiere poner a chingarle también los sábados para tener todo listo a las 11:00 para una bola de gentes que me cain regordas?… se lo digo con respeto, su mercé… eso no es cocinar… eso son chingaderas’.

Tres semanas de labor diaria le tomó al Sr. Cura Hidalgo convencer a Pendencia… al final ella aceptó, pero no sin condiciones…  ‘aperciba su mercé: me trae Vd. otras tres pinches, me pone una campana estraitora nueva, nos paga a todas un tratamiento cada dos semanas en el spa de las ‘Sisters Of The Soul’, nos trai ollas de barro con teflón y unas tablas de picar nuevas, y –por la gracia de Dios, Nuestro Supremo Hacedor, y de San Goloteo, Patrono del lugar- nos instala un CD player en la cocina para oír “Pin Floy” porque de estar oyendo cantar al Espergencio (el jardinero) se nos van a caer las orejas un día… y si no, ni un huevo duro, me cai…’ No teniendo opción, el Sr. Cura tuvo que apechugarle, y así quedaron.

Se abrió entonces el “Dolores’ Parish Brunch”, osea “El Brunch de la Parroquia de Dolores”, nombre que después –gracias a unos gringos que acabaron ahí un día que se perdieron mientras andaban turisteando- se quedó en “Mikey’s brunch”, (algo así como “La Lonchería de Miguelito”). Pendencia se organizó un buffet que se servía en el patio de la Parroquia los sábados de 11:45 a 14:45… tamales, quesadillas surtidas, chilaquiles, moles, huevos rancheros, a la mexicana y ahogados (pobres huevos), chicharrón en salsa verde, carnitas, puntas de filete albañil, pan de dulce, café de olla… entraban hartos fondos para la Parroquia y al final el brunch era  –como los hoteles en St. Tropez- un lugar para ‘ver y ser visto’… vamos… ir al  “Mikey’s Brunch” era lo más ‘in’ que había para hacer entre el “jet-set” de Dolores y zonas cercanas… filas de carruajes esperaban para dejar a sus distinguidos tripulantes el día que Su Eminencia Ilustrísima el Sr. Obispo de Valladolid fue a la inauguración oficial a cortar el listón, que era una tira de chorizo rojo de Toluca de 4 metros y medio…

Lo que no le quedaba claro a Pendencia era a dónde iban a parar los fondos, porque el mandado para el buffet se seguía comprando con el dinero que la Arquidiócesis mandaba cada mes… ‘¿padónde irá tanto bilimbique?’ se preguntaba Pendencia… ‘a ver si no nomás está el Sr. Cura juntándose un dinerito y lo está mandando a las Islas Caimán para irse a abrir una escuela de buceo…’ y lo decía con razón…  fuera de una antena parabólica que Don Miguelito mandó poner para agarrar satélite y poder ver una telenovela que estaba muy de moda y que se llamaba ‘El Virrey que yo amé’  (que no podía ver por cable porque era criollo y no le tocaban esos canales)… pos no se veían otros gastos.

Y en una de ésas, un sábado que estaba Pendencia sacando la última charola de sopes rojos con pollo vió cómo Crisóstomo, uno de los monaguillos, agarraba el cajón donde se ponía la feria de los que entraban al buffet y arreaba con él hacia atrás de la iglesia, y pensó ‘escuincle jijo de Santa Claus… ¡se está carranceando los fondos del bronche!... ah no… sobre de mi “caláver” que se los lleva’… y que se arranca a correr detrás del chamaco.

Como el chavo corría más rápido Pendencia se detuvo, tomó una piedra de las muchas que había en el jardín (una redonda como de río), levantó un dedo para medir el viento y con un brazo digno de cualquier jardinero de grandes ligas le tiró la piedra al monaguillo con tan buen tino que le pegó en la merititita maceta, justo antes de que pudiera dar vuelta a la esquina de la sacristía para ir a la parte de atrás, donde estaban las trojes y el almacén… el pobre muchacho nomás levantó las chanclas y fue a dar al piso de puro hocico…

Pendencia corrió y llegó donde el monaguillo estaba tirado sobándose la cabeza con la túnica llena de sangre, lo agarró de los pelos y le pegó cuatro cocos mientras le decía ‘chacho jijo de la ch… a dónde (coco) te llevas (coco) la lana (coco) del bronche (coco)? El pobre niño –que tendría 11 años, pero que conocía la fama de la Sor- le dijo ‘no me mate Sor… no me mate me cai… le juro que nomás iba aquí atrasito’… ‘sí cómo no’ le dijo Pendencia… ‘lo mismito le dijo mi papaíto a mi mamá, y ¿de dónde crees que salí yo?... pero ‘ora vas a ver’…estaba a punto de pegarle otro par de coscorrones cuando llegó el Sr. Cura espantado… ‘¡Sor Pendencia!... ¡Sor Pendencia, por piedad!... no vaya Vd. a lesionar más al buen Crisóstomo, que no ha hecho nada malo!’… ‘¿Cómo que “nada malo”?... ¡si nomás se está llevando la lana del bronche!... pero es que le juro que ‘orita le aplico un correctivo!’ decía Pendencia mientras zarandeaba al monaguillo como si fuera sonaja… ‘No no no no no… ¡pérese Sor!... ¡por favor pérese tantito!’ le decía el Sr. Cura Hidalgo… ‘es que yo le dije que se llevara la caja para allá’…

Pendencia se quedó helada… y terminó de montar en cólera… ‘¡ah!... ¿osea que resulta que está Vd. cepillándose la feria en vez de comprarme un horno de inducción para no tardarme haciendo pan?... ¡’orita va a ver su mercé… madre le va a faltar ‘pa que se la rompa!’...  dijo avanzando hacia el cura recogiéndose las mangas del hábito… ‘¡No, no Sor Pendencia!... déjeme que le explique por Dios! dijo el Cura mientras el monaguillo agarraba a Pendencia del hábito para que no lo alcanzara… ‘de verdad Sor Pendencia… déjeme que le explique’…

Controlando el acceso de furia, Pendencia dijo ‘está bueno… explíqueme su mercé, pero que “costen” que onde no me guste la explicación va usté pidiéndole clemencia a Dios y a San Grabiel, porque nomás van a encontrar pedazos de su mercé repartidos por aquí’… El cura se estaba arreglando el pasacuellos y alisándose el poco pelo que tenía… ‘está bien, pero prométame que no le va a decir a nadie’… ‘sí –contestó ella- no le voy a decir a nadie, pero me explica o al Crisóstomo y a Vd. los dejo como chamarra tamaulipeca’.

El Sr. Cura Hidalgo agarró a Pendencia de la mano y le dijo al monaguillo que vigilara que no los vieran, y se la llevó para atrás de la iglesia –cosa que a Pendencia no le gustó, así que se agachó y agarró otra piedra por si las moscas- y cuando el Crisóstomo le hizo señas al Sr. Cura Hidalgo de que no había tos, el cura sacó una llave de debajo de la pechera, se metió hasta el fondo de la la troje y destapó una puerta que estaba cubierta de forraje, que –por supuesto- Pendencia no había visto nunca… Hidalgo abrió la puerta, le dijo a Pendencia que entrara y bajara por la escalera, entró él y cerró la puerta por detrás… se oyeron unos pasos arriba cuando el Crisóstomo echó forraje encima de la puerta y se fué a seguir echando ojo…

Pendencia no lo podía creer… en una sala había un cofre lleno de pesos de oro, y también habían rifles, machetes, pistolas, cajas de balas… osea pues… un arsenalcito… también había un corazón tallado en una de las vigas de madera de los lados que decía “Pantaleón y Todas”… Pendencia al leerlo se dijo a sí misma ‘mira qué nombre tan feo… ¿quién será la que se llama “Todas” aquí en Dolores?... segurito es su segundo nombre’… pero se sacó el asunto de la cabeza, volteó a ver al Sr. Cura con cara de “no chingues”y le dijo ‘ya no mire tanta tele su mercé… le dije que el “terminetor” ese es de mentiras, ya ni la chinga… ‘ora dígame… ¿qué hace todo este mugrero aquí?’…

El Sr. Cura Hidalgo la miró y le dijo ‘Sor Pendencia… agárrese porque ‘ai le va la mera neta… estas son unas de las armas que estamos juntando para destronar al Virrey que nos tiene jodidos… tenemos más en Querétaro en casa de La Corregidora y las estamos comprando con lo que sacamos del brunch… ¿cómo la ve?’... Pendencia se lo quedó mirando y contestó: ‘pos’… le dijo ella con cara de muy pocos amigos…  ‘la mera verdad es que le voy a agradecer a su mercé que primero me diga qué es destronar, y luego le digo cómo la veo, porque así tan en caliente no tengo ni la más papalotera idea de lo que me está Vd. hablando,  me cae’…

CONTINUARÁ

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